miércoles, 16 de abril de 2014

Competencia y mercado: mentiras y pobreza


Por JOSÉ LUIS VELASCO

Que la competencia y el mercado son una mentira lo sabemos todos, pero a pesar de ello los gobernantes las utilizan como base y justificación de sus políticas, y sobre todo como si fueran beneficiosas para la sociedad.

La Comisión Europea multa en diciembre de 2013 a los grandes bancos europeos y americanos con 1.712 millones de euros, por manipulación de los tipos de interés, que sirven de referencia a los préstamos hipotecarios y los préstamos en general, la sanción es por prácticas anticompetitivas. La sanción no va a llegar ni al uno por ciento de lo que han obtenido con la manipulación de los precios. El negocio, el robo y la mentira son muy rentables, seguirán en ello, pero con más cuidado.

Sirva también como ejemplo la manipulación de los precios de la electricidad en España, tan escandaloso que el gobierno el 20 de diciembre de 2013 ha anulado las prácticas de fijación de precios de la electricidad, por manipulación de los precios por las compañías eléctricas y por prácticas anticompetencia.

El capitalismo tiene en la competencia y el mercado su base ideológica para argumentar que es una doctrina económica, y justificar sus políticas económicas como las únicas eficaces para gestionar la actividad económica. La competencia nos la definen como el mecanismo que actuando en el mercado asigna eficazmente los recursos económicos, fija por medio de las reglas de la oferta y la demanda los precios de los bienes y servicios.

Sin embargo, la realidad se encarga de demostrar todo lo contrario. El capitalismo funciona sin las reglas de la competencia, y tiende a funcionar en régimen de monopolio y de oligopolio, como lo demuestran las constantes y generalizadas sanciones a todas las empresas de todos los sectores económicos por actuaciones anticompetencia. Sobre todo porque el capitalismo funciona como una estructura de poder económico, donde la fuerza de la jerarquía económica determina la posición y actuación de cada uno.

El principio de la competencia es utilizado por los gobernantes y el capitalismo para justificar sus políticas económicas antisociales, situando los dogmas doctrinarios ideológicos del capitalismo (es decir sus privilegios, poder y riqueza) por encima de las necesidades y derechos económicos de la sociedad. A pesar de que la realidad se encarga de demostrar todo lo contrario, que ni el mercado ni la competencia existen, y mucho menos que sirvan para fijar los precios y asignar eficazmente los recursos. La competencia es un artilugio ideológico que no existe en la realidad por ser contranatura: su puesta en práctica destruiría a quien lo realizara.

El mayor ejemplo de cinismo e hipocresía del capitalismo ha sido la infinita ayuda recibida de los estados en la crisis global del capitalismo de 2007 a la actualidad, donde llegaron a establecer la suspensión temporal de los principios del capitalismo, competencia y mercado, para una vez recibidas las millonarias ayudas estatales volver a refundar el capitalismo.

Un ejemplo evidente de creación de pobreza por el mercado y la competencia, son los millones de parados forzosos despedidos para que las empresas sean más competitivas, junto a las rebajas salariales y pérdidas de derechos sociales económicos para que otra vez las empresas sean más competitivas. Cuando el objetivo real no es la supuesta competitividad sino acrecentar la injusta distribución de la riqueza.

La discusión de la ciencia económica sobre el capitalismo tiene que ocupar un lugar similar al que la ciencia y la razón han realizado sobre la religión y sus mentiras, evidenciar todas sus falsedades y manipulaciones. El capitalismo tiene los mismos fundamentos que la religión, la mentira pura y podrida, el cinismo y la hipocresía de sus propuestas que siempre tienen el efecto social contrario de lo que pretenden, el dogmatismo doctrinario y los autos de fe en unas ideas que son constantemente desmentidas por la realidad económica y social: las políticas de creación de empleo se transforman en fabricas de parados forzosos, los incentivos económicos en reducciones salariales, los derechos a la vivienda en desahucios permanentes, el derecho a la vida como personas en la negación de los mas mínimos recursos para vivir…

El capitalismo como la religión es un dogma de fe, es una doctrina ideológica sin ningún apoyo en la ciencia económica y social, sin ningún dato estadístico ni real que lo sustente, donde la realidad desmiente una a una todas las manifestaciones ideológicas del capitalismo. Hoy en día solo creen en el capitalismo, como solo creen en la religión, los que viven de sus privilegios de poder y riqueza: la clase política, empresarial, religiosa y burocrática.


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