domingo, 15 de diciembre de 2013

¿Quién hace el caldo gordo?


LA COLUMNA DE REDACCIÓN
Periódico CNT, 406 (Diciembre 2013)

Es recurrente escuchar en el entorno libertario que la CNT es muy difícil de destruir si se ataca de frente, pero muy fácil si se hace desde dentro.

No cabe duda que los mayores ataques que ha sufrido la Organización han sido realizados desde dentro. Y no nos referimos sólo a los envites del «posibilismo» más recalcitrante. Que también. Sino al peligro que han supuesto los descerebrados que diciendo abrazar la idea, han puesto en riesgo todo un movimiento libertario de referencia mundial.

En los últimos tiempos se ha puesto en la picota al supuesto Comando Insurreccional Mateo Morral. Nadie que haya leído sus comunicados y visto sus acciones puede creerse de verdad que esté realizado por libertarios. Huele desde lejos a las sucias y apestosas cloacas del Estado. Sin embargo habrá compañeros que van a sufrir en sus carnes las consecuencias de unas acciones fabricadas para desprestigiar a todo lo que suene a anarquía.


Otro tanto ha ocurrido el pasado 20N cuando tras una manifestación antifascista en la Complutense de Madrid supuestamente se ha destrozado un local y agredido a unos estudiantes de lo más demócratas, oiga. Ésta acción es incomprensible y sin ningún sentido, salvo por la coincidencia con la filtración del anteproyecto de ley del nuevo Codigo Penal. ¿A quién beneficia el uso de acciones de éste tipo?

Señalada está ya una organización ejemplo de la juventud, la Federación Ibérica de Juventudes Libertarias. Nuestras queridas «julis» ya son famosas, y no por su fantástico periódico El Fuelle. No por las múltiples charlas que dan por toda la península. No por llenar nuestras calles con pegatinas sinceras y reflexivas. No, saltaron a la palestra porque según dicen los medios de comunicación tras una manifestación algún descerebrado se puso a «cagar donde come».

Conociendo a las FIJL sabemos de sobra que nada han tenido que ver con lo que se les atribuye. Los demócratas somos nosotros que queremos un poder popular. Los pacifistas somos nosotros que denunciamos y sufrimos la violencia. Sin embargo, dicen que somos los terroristas. Por eso han sacado una ley para acabar con la disidencia. Pues que sepan que lo tienen claro.
 

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