viernes, 2 de noviembre de 2012

Casas Viejas: No convertir la rebelión en cultura

Hotel Utopía en Benalup-Casas Viejas, Cádiz.
Agustín García Calvo
e Isabel Escudero*

O sea en dinero. Porque no hay que engañarse: hoy día lo que llamamos Cultura o Turismo cultural es la cara más refinada y última del dinero. La palabra Cultura no es una palabra inocente, se ha vuelto, por el contrario, el calificativo redentor que facilita y bendice las nuevas barbaries. Con el pretexto de Cultura y «“Bien cultural» se esta reduciendo a Turismo todo. El Turismo es el dinero que más se mueve y crece, el más rentable en las democracias desarrolladas. Los ministerios de Cultura de los gobiernos demotecnocráticos (incluyen bajo su competencia la televisión, la información, el futbol, el turismo) mueven más capital que ningún otro. Madrid entero aparece estos días engalanado de estandartes publicitarios (coronando el interminable laberinto de zanjas y vallas en el que se ha convertido esta ciudad) que proclaman este lema: «Turismo somos todos».

En su descaro la publicidad enuncia así la verdadera intención del Régimen: el logro anhelado del régimen que sostiene las democracias progresadas es que en el ideal «todo sea Turismo». El Turismo pretende ser la superación de la Historia: las clases sociales, los individuos, todos turistas. Que nada se escape a ese movimiento uniformemente acelerado de almas y de cosas, que la vida sea sólo ese trafico incesante de almas y dinero, que todos los hechos de la Historia, aún los más miserables, las barbaries más sangrantes, pasen por delante de nuestros ojos ya desactivados como piezas de museo o de folklore local servidos como Turismo cultural. Este proyecto turístico hostelero de Casas Viejas ha recibido sin duda subvenciones millonarias y apoyos de las autoridades políticas de turno tanto europeas como nacionales y regionales, porque ha sido diseñado y promovido bajo la cobertura de “bien cultural” lo que parece protegerle para utilizar sin ningún escrúpulo el nombre de unos muertos por razones y causas bien ajenas y contrarias a los intereses de cualquier negocio. Nuestra vida entera y nuestra memoria están así llena de sustitutos, de sucedáneos falsificadores, de sonajeros culturales que nos entretienen: Porque la modalidad actual del Régimen no es la del olvido de la historia, sino del cambiazo, la de la imposición del sucedáneo, la falsificación por vías de entretenimiento cultural o turístico, la conversión en espectáculo de cualquier huella de vida y razón.

En esta operación de arrasamiento por el cambiazo, por imposición del sustituto, se llegará a convertir en parque temático a Auschwitz o Casas Viejas ¡que más da!, y esto se hace porque se presenta y promete bajo la cara de «hacer Cultura». Sin esta mediación de esa Cultura prostituida no prosperaría ningún proyecto cultural que moviera millones.

Se pueden llegar por esos caminos del entretenimiento cultural al extremo del esperpento: reconstruir el lugar de los hechos mismos a modo de un safari histórico cultural donde las nuevas generaciones del paraíso democrático vengan a contemplar con sus ojitos y todo lujo de detalles cómo fue la caza y muerte de los rebeldes. E incluso a vestir de época, sea de guardia de asalto o de campesino harapiento para darle más realismo y morbo a la experiencia.

Pero aunque la pretensión de la Administración de Muerte sea que se cumpla eso de que «Turismo somos todos», no todo es Turismo ni todos somos turistas. Hay algo más que aunque esté cada día más condenado por la realidad y sus negocios, sigue vivo y no se calla y da constantes señales de rebeldía contra esa condena. No se va a consentir que eso que sigue vivo y latiendo por lo bajo quede borrado y desactivado, integrado y asimilado por las imposiciones de una Cultura prostituida que intenta reducir y aprovechar la rebelión del pueblo para sus negocios. La rebelión y la sangre de la gente anónima no están en venta ni en promoción.

Y finalmente un aviso también para los rebeldes de aquí y ahora: En esta protesta del sentido común contra esa doble violencia del Estado/Capital y la estupidez reinante de los ejecutivos de Dios (en su cara más actual, la del dinero), nuestra resistencia, la resistencia libertaria, ha de ser común y anónima, sin capitalización ideológica personal ni adscripción sectaria a ningún grupo. Ninguna afiliación ni organización puede apropiarse de los muertos, la vida de esos muertos y su rebeldía seguirá viva en la medida que ellos sean también libres, libres hasta nosotros mismos, que sean de todos y de nadie, de cualquiera que diga NO.

Que Casas Viejas siga siendo un ejemplo vivo de verdad y razón del pueblo que nunca muere.

El Mundo: Sábado, 8-Octubre-2005. OPINIÓN

* Agustín García Calvo e Isabel Escudero, catedrático de Filología Clásica y profesora de la UNED además de coeditores de la revista Archipiélago, respectivamente, redactaron este texto con motivo del acto de protesta de la semana pasada [1-octubre-2005] en la localidad gaditana de Casas Viejas contra el proyecto turístico hotelero que persigue darle el nombre de María La Libertaria al hotel y al complejo levantado sobre el lugar de las muertes de los campesinos encerrados en 1933.

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