miércoles, 21 de noviembre de 2012

Anticlericalismo majnovista



Por VOLIN

Acude ahora a mi memoria un episodio típico que presencié. Los regimientos majnovistas habían hecho alto en una población importante. Nuestra Comisión de Propaganda, llegada con ellos, fue hospedada por una familia de campesinos, cuya vivienda daba a la plaza, frente a la iglesia. Apenas instalados, oímos ruidos inusitados, clamores de voces. Al salir vimos a una multitud de campesinos en explicaciones con los combatientes majnovistas.

—Sí, camaradas —oímos—. El canalla hizo una lista de nombres, unos cuarenta, todos los cuales fueron fusilados por las autoridades.

Supimos que se trataba del cura de la aldea. Una rápida investigación sobre el terreno confirmó la verdad de la acusación. Se decidió, pues, ir en busca del cura. Los campesinos afirmaban que su vivienda estaba cerrada y que el cura no se hallaba en ella. Le suponían huido. Pero había quienes consideraban que se había ocultado en la iglesia misma, y campesinos e insurgentes se dirigieron a ella. La puerta estaba cerrada por fuera, con cadena y candado.

—Ven —dijeron algunos—; no puede estar dentro, pues la puerta está cerrada por fuera.

Mas otros, desconfiados, afirmaron que el pope, sin tiempo para huir, se había hecho encerrar en la iglesia por su pequeño sacristán, para que se le creyera huido. Pero de nada le valió. Los insurgentes hicieron saltar el candado y penetraron en la iglesia, cuyo interior revisaron prolijamente, descubriendo un vaso de noche, ya utilizado, y una provisión de víveres. El pope estaba allí, pues. Al oír la multitud que penetraba en la iglesia, había, de seguro, trepado al campanario, en la esperanza de que, no hallándolo abajo, desistieran de buscarlo. Pero los insurgentes se lanzaron por la estrecha escalera de madera hacia el pequeño campanario, con gran ruido de sables y fusiles y gritos. Los que se hallaban en la plaza vieron, entonces, aparecer en lo alto del campanario a un hombre alto, que gesticulaba y gritaba desesperadamente, dominado por el terror. Era joven, de largos cabellos de rubio pajizo. Tendidos hacia la plaza sus largos brazos abiertos, gritaba plañidero:

—¡Pequeños hermanos! ¡Yo nada hice! ¡Nada malo! ¡Piedad mis hermanos! ¡Mis pequeños hermanos!

Fue un instante. Brazos vigorosos le tiraron de la sotana, obligándole a bajar. Y la multitud salió con él de la iglesia, cruzó la plaza y lo trajo al patio de la vivienda que ocupábamos. Y allí mismo se improvisó el juicio popular, en el que nuestra Comisión, meramente espectadora, no intervino por nada.

—¿Qué dices ahora, pillo? ¡Hay que pagar! Despídete de la vida y ruega a tu dios, si quieres...

—¡Mis pequeños hermanos, mis pequeños hermanos! -repetía el pope, tembloroso-. Soy inocente; no he hecho nada. ¡Mis pequeños hermanos...!

—¿Qué no has hecho nada? —le gritaban—. ¿No has denunciado al joven Iván, y a Pavel, y a Serguei, el jorobado, y a muchos más? ¿No fuiste tú quien redactó la lista? ¿Quieres que te llevemos ante las fosas de tus víctimas? ¿O que vayamos a hojear los papeles del puesto policial, donde de seguro encontraremos la lista de tu puño y letra?

El pope cayó de rodillas, los ojos perdidos, brillante de sudor el rostro, repitiendo sus exclamaciones. Una joven, integrante de nuestra Comisión, se hallaba cerca de él incidentalmente. Arrastrándose de rodillas, le tomó el ruedo del vestido, lo besó y le suplicó:

—¡Protégeme, mi pequeña hermana! ¡Soy inocente! ¡Sálvame, mi pequeña hermana!...

—¿Qué quieres que haga yo? —le respondió ella—. Defiéndete, si eres inocente. No estás ante seres salvajes. Si eres realmente inocente no te harán daño alguno. Pero si eres culpable, ¿qué puedo hacer yo?

En eso entró al patio, a caballo, un insurgente. Se detuvo tras el pope y, sin apearse, empezó a fustigarle la espalda, gritándole a cada golpe: «¡Por haber engañado al pueblo! ¡Por haber engañado al pueblo!» La multitud, impasible, le dejaba hacer. Hasta que yo le dije:

—¡Basta, camarada! A pesar de todo, no hay que torturarlo.

—¿Sí, eh? —oí a varios—. Ellos nunca torturaron a nadie, ¿verdad?

Otro insurgente se adelantó, para sacudir rudamente al pope.

—¡Vamos, levántate! ¡Basta de comedia! ¡Ponte de pie!

El pope ya no gritaba. Muy pálido, apenas consciente de la realidad, se incorporó, perdida a lo lejos la mirada, moviendo los labios, sin voces. El insurgente hizo señales a algunos camaradas, quienes en seguida rodearon al pope.

—Camaradas —se dirigió a los campesinos el insurgente—: ¿afirmáis vosotros que este hombre, contrarrevolucionario declarado, redactó y entregó a las autoridades blancas una lista de sospechosos, y que éstos fueron en seguida fusilados? ¿Es así?

—¡Sí, sí, ésa es la verdad! —clamoreó la multitud—. ¡El hizo asesinar a cuarenta de los nuestros! Toda la población lo sabe.

Y se daban nombres, se invocaban testimonios precisos, se acumulaban pruebas... Algunos parientes de los ejecutados confirmaban los hechos. Las mismas autoridades les habían hablado de la lista confeccionada por el cura, en explicación de sus represalias. Y el pope, sin decir nada.

—¿Hay alguien que defienda a este hombre? —preguntó el insurgente—. ¿Alguien que dude de su culpabilidad?

Silencio. Tras la pausa, el insurgente se acercó al pope y le quitó brutalmente la sotana.

—¡Qué buena tela! —dijo—. Nos servirá para hacer una bandera. La nuestra ya está muy desgastada.

Y luego, dirigiéndose al cura, ridículo, en camisa y calzoncillos:

—¡Arrodíllate ahí, ahora! Y haz tus oraciones, sin volverte.

Así lo hizo el condenado. Dos insurgentes, ubicados tras él, sacaron sus revólveres y, pasados unos instantes, le hicieron fuego. Y todo terminó.

La revolución desconocida
(Libro Tercero, II parte)


2 comentarios:

  1. wow que buen fragmento, ¿donde consigo ese libro?

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    1. El texto, como ya se pone al final, forma parte de La revolución desconocida de Volin, un clásico del anarquismo y su historia. En la última parte se centra en Ucrania y el movimiento majnovista.

      http://es.scribd.com/doc/462865/Volin-La-revolucion-desconocida

      http://www.lamalatesta.net/product_info.php/products_id/4204

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