viernes, 2 de marzo de 2012

Historia de la Federación de Obreros Panaderos «Estrella del Perú»


El 10 de abril de 1887, hace 122 años, unas decenas de obreros panaderos de Lima se asociaron para crear la Sociedad de Obreros Panaderos «Estrella del Perú», y se afiliaron, como sección federada nº 9, a la Confederación de Artesanos «Unión Universal» que ya existía desde hace algunos años.

Las organizaciones obreras, en su mayor parte, se habían creado en aquella época bajo el lema del mutualismo, o en sociedades de resistencia, según el modelo de la Asociación Internacional de Trabajadores. En Buenos Aires se fundó así, el mismo año, la Sociedad Cosmopolita de Resistencia y de Colocación de Obreros Panaderos. En otras ramas, fueron sobre todo los tipógrafos, los trabajadores agrícolas y los trabajadores del tabaco quienes se organizaron, por ejemplo, en Argentina, Cuba y México.
«Se llaman de resistencia, porque en su propia organización llevan invívitas las sacrosantas ideas de rebeldía, de lucha, de protesta, contra todo lo que significa explotación, opresión y servidumbre. Ellas son centro de recreos morales y de enseñanza artística. Son escuelas en las que el obrero estudia y trabaja y aprende a administrar una organización ante las luminosas proyecciones del racionalismo científico.»

Manuel Caracciolo Lévano, presidente de la Federación «Estrella del Perú», 1910.
Estas primeras organizaciones fueron poco numerosas y, en su gran mayoría, efímeras. Sin embargo, la Federación de Obreros Panaderos del Perú se mantuvo contra vientos y mareas. En la región ya no quedan apenas sindicatos que puedan proclamarse de una tan larga existencia.

* * *
En 1903, el sindicato tenía 83 miembros; en 1919 contaba con 552. Este fuerte incremento fue debido a que del mutualismo se pasó al sindicalismo anarquista, a la radicalización de sus objetivos y a los combates, con frecuencia victoriosos, que se llevaron a cabo por la mejora de la vida obrera.

Como en tantos otros ejemplos históricos, fue decisivo el hecho que se encontraran los dirigentes de la Federación y el teórico libertario peruano, Manuel González Prada. Este último, aprendió la realidad obrera con los compañeros y afinó sus propias ideas; los sindicalistas descubrieron en él la historia de las luchas obreras en el mundo y el pensamiento anarquista.

En 1905, don Manuel González Prada, hizo un llamamiento a todos los obreros y artesanos de Lima para la primera celebración del Primero de Mayo en el país:
«El 1º de Mayo tiende a ser para la humanidad lo que le 25 de Diciembre para el mundo cristiano: una fecha de alegría, de esperanza, de regeneración… los revolucionarios saludan hoy al Mañana, el futuro advenimiento de una era en que se realice la liberación de todos los oprimidos y la fraternidad de todas las razas… todos son llamados a cobijarse bajo los pliegues de la bandera roja…»

La fiesta universal (1905)
El mismo día, el 1º de Mayo de 1905, la Federación de Obreros Panaderos «Estrella del Perú» adoptó una nueva acta constitutiva:
«ACTA PROGRAMA

La Federación de Obreros Panaderos Estrella del Perú tiene por objeto fomentar el espíritu de solidarismo entre todos los compañeros de oficio panadero y mejorar su condición moral y material por medio de la economía, de la resistencia, de la ilustración y del auxilio mutuo.

Además de las necesidades y de los intereses del obrero panadero, la Federación se hace cosmopolita y solidaria con los operarios de todas clases y oficios de ambos hemisferios, reconociendo ser una causa del malestar de los trabajadores: la explotación y el monopolio del capitalista.

La Federación estará siempre del lado de la justicia y de la libertad, luchando tenazmente por la reivindicación de los derechos usurpados por tanto tiempo al obrero.

La Federación hace suya la siguiente máxima de LA INTERNACIONAL: “la emancipación de los trabajadores tiene que ser obra de ellos mismos.” Por consiguiente, se excluye toda cuestión social que no encarne el más avanzado socialismo, declarando que todos los trabajadores del mundo somos hermanos.

Los que suscriben declaran solemnemente que aceptan de un modo incondicional los ideales que preceden y que jamás cambiarán los fines y principios de la Federación, prometiendo bajo palabra de honor, que cada uno hará cuanto fuere posible, sacrificándolo todo, por el engrandecimiento de la Federación.

Lima, 1° de mayo de 1905

Firman por la Federación:

El Comité: M. Caracciolo Lévano, Teodomiro Rodríguez, Juan Guerrero, Juvenal Vázquez, Roberto Ríos, Adalberto Sánchez, Moisés Sandobal, Leopoldo E. Umachea, Delfín A. Lévano, Germán Torres, Cecilio Gutiérrez, Carlos Wenglent, Miguel R. Moreno, Félix Arias, Belisario Bernaola, Francisco Miranda, Carlos Cabañas, José Hernández, Pastor Mendoza, Manuel Z. García.»


La solidaridad internacional formaba parte integrante de este programa: solidaridad con otros sindicatos de la región, y sobre todo solidaridad con la revolución mexicana de 1910, acompañada de colectas y diversas actividades de apoyo:
«¡Loor! a los que cayeron regando con libérrima sangre, en la lucha por el comunismo igualitario. Hosanna a los intrépidos, que escudados por el pendón rojo, hermosa antorcha de la verdad, van redimiendo y ensanchando el ideal libertario, a nuestras oprimidas multitudes. ¡Hermanos mexicanos, salud!»

Manuel Caracciolo Lévano, La Protesta, 10 de Mayo de 1913
Una de las mayores luchas de los años siguientes, fiel a la causa de los mártires de Chicago de 1886, fue por la jornada por las ocho horas. Los primeros en obtenerla fueron los jornaleros del Callao, distrito portuario de Lima, tras una huelga general en 1913.

En diciembre de 1918, los obreros de las hilanderías se declararon en huelga para conseguir las ochos horas, y el 2 de enero de 1919, los obreros panaderos se unieron al movimiento. Unos días después, un comité de coordinación organizó huelgas de solidaridad en los periódicos, en la industria del calzado, en el transporte y otros sectores en Lima y el Callao.

El 13 de enero, y bajo el impulso de los anarcos-sindicalistas, una huelga general de dos días intentó imponer la jornada de ocho horas. Los huelguistas tuvieron, por momentos, duros enfrentamientos con las fuerzas del orden, hasta que el gobierno firmó un decreto legalizando las ochos horas. Aunque este decreto no llegó a aplicarse en su generalidad, fue una importante victoria obrera.

Todo el año 1919 fue un año de graves luchas, en particular por el abaratamiento de las subsistencias. En abril, se formó un comité que lo componían delegados de los principales sindicatos y fábricas: trabajadores textiles, de los muelles, de la construcción, de panaderías y molinos, tipógrafos y empleados. Las huelgas y ocupaciones recibieron como respuesta una desmesurada represión que se saldó con varias víctimas, siguiéndole la instauración de la ley marcial.

Con la caída del gobierno, en el mes de julio, se obtuvo la liberación de los militantes obreros encarcelados y el reforzamiento de las organizaciones sindicales. Se había alcanzado uno de los objetivos del movimiento obrero.

En los años veinte, la Federación llegó a tener hasta 757 miembros, representando casi la totalidad de los obreros del sector. Continuó sus luchas por los salarios y condiciones de trabajo, la libertad de religión, de asociación y de acción.

* * *
La Primera Guerra Mundial y la Revolución Rusa marcaron con mucha fuerza el movimiento obrero en todo el mundo. En el mismo Perú cambió la situación política y social. Aparecieron nuevas formas de organización, movimientos de campesinos, reivindicaciones nacionalistas, formaciones políticas que, en el seno del sindicalismo anarquista, crearon nuevas inquietudes.

Los sindicatos tuvieron que definirse con respecto a esas corrientes, y ello no se haría sin originar ciertas dudas y desgarros. Sin embargo, los valores de autonomía y de acción directa prevalecieron en el seno de la Federación hasta fines de los años 30. En adelante, naufragaron esos ideales producto de la represión organizada por los gobiernos de turno. Luego, y ya con otra generación, la Federación, por desgracia, viró hacia los rumbos del Partido Aprista que apuntaban a la toma del poder.

* * *
Esperamos que la Federación retome la senda libertaria y así salga definitivamente del entrampamiento que significó acercarse y colaborar con los partidos políticos.
No haya fronteras, en pueblos sin leyes, ni altares ni tronos
Sean los hombres amigos y hermanos.
Pueblos del mundo, romped las espadas, rasgad las banderas;
Cesen rencores de tribus y de razas.

(Manuel González Prada)
24 de Septiembre de 2008

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