domingo, 12 de febrero de 2012

Gandhi y el nazismo

[En la biografía Gandhi de Heimo Rau, en el capítulo 11, titulado «A las puertas de la independencia», nos pone una muestra del absurdo que podía a llegar el pacifismo del Mahatma. En estos párrafos pone:]

Carta de Gandhi a Hitler del 23 de julio de 1939

Lógicamente durante todos estos años [los de la II Guerra Mundial] Gandhi tampoco había permanecido indiferente frente a los acontecimientos europeos. Ya el 26 de noviembre de 1938 había recomendado a los judíos en su artículo publicado en Harijan que siguieran su ejemplo y pusieran en práctica los métodos de la resistencia pacífica. El filósofo judío Martin Buber, intensamente perturbado, le contestó desde Jerusalén el 24 de febrero de 1939 en estos términos:
«Los judíos son perseguidos, expoliados, torturados, asesinados. Y usted, Mahatma Gandhi, dice que su situación en el país en el que les ocurre esto responde exactamente a la situación de los hindúes en África del Sur en la época en que usted comenzó allí su famosa campaña de la “fuerza de la Verdad” o del “ímpetu espiritual” (satyagraha): allí ocupaban los hindúes la misma posición social, y también allí la persecución tuvo un tinte religioso. También allí había una gran desigualdad de derechos entre blancos y gentes de color, incluidos los asiáticos, y los hindúes estaban relegados a un ghetto; las restantes injusticias son casi semejantes a los que sufren hoy los judíos en Alemania. He leído una y otra vez las frases de su artículo y no he logrado entenderlas. He releído sus discursos y escritos del periodo sudafricano, pese a conocerlos con anterioridad en sus líneas fundamentales, y me he imaginado los padecimientos que usted describe poniendo en juego toda mi atención y fantasía; he hecho lo mismo con los informes de sus amigos y alumnos de esa época, pero en nada me han ayudado a comprender lo que dice de nosotros. En la primera conferencia suya de la que tengo noticia, de 1896, usted mencionó, entre los gritos de ¡fuera!, ¡fuera! de los asistentes, dos acontecimientos especiales como testimonio: que un grupo de europeos incendió una tienda de un pueblo perteneciente a un hindú, y que otros europeos arrojaron cohetes encendidos en el interior de otra tienda de la ciudad. Si comparo todo esto con los miles y miles de comercios judíos destrozados y quemados, quizá responda usted que sólo se trata de una diferencia cuantitativa y que, en el fondo, las acciones son casi del mismo tipo. ¿Qué sabe usted, Mahatma, de la quema de sinagogas y de los rollos de la Torá? ¿No sabe usted que el fuego ha reducido a cenizas sagrados y antiquísimos bienes de la comunidad? Yo no he sabido que los bóers o los ingleses hayan causado daños a un santuario hindú en África del Sur. Pero aún encuentro otro ejemplo citado en su informe: la detención de tres maestros hindúes por no respetar la prohibición de no vagar por las calles después de la nueve de la noche, y más tarde puestos en libertad. Estos son todos los ejemplos que usted aduce. Pero ¿conoce usted, Mahatma, un campo de concentración? ¿Sabe lo que sucede en él, las torturas y métodos de exterminio lento que allí se practican?

»Cabe combatir la irracionalidad de ciertos seres humanos con una actitud efectiva de no violencia porque siempre queda un hálito de esperanza de que, paulatinamente, entren en razón; pero uno no puede enfrentarse mansamente a una diabólica apisonadora que lo barre todo a su paso. Hay ciertas situaciones en las que del satyagraha de la fuerza espiritual no emana un satyagraha de la potencia de la verdad. La palabra “mártir” significa testigo, pero si no existen hombres ¿quién va a dar testimonio?»
Poco después de comenzar la guerra, Gandhi escribió a Hitler, con fecha de 9 de septiembre de 1939, pidiéndole que firmara la paz. Dice en su carta:
«Mis amigos me han impulsado a escribirle en nombre de la Humanidad. Hasta ahora me había resistido porque mi intuición me decía que mi carta sería una impertinencia. Pero en ese momento creo que debo dejar a un lado mis sentimientos y plantearle una cuestión fundamental. Es evidente que actualmente es usted el único ser humano en la Tierra que puede evitar una guerra que convertiría a la Humanidad en un montón de basuras. Si éste es el precio, ¿compensa el pago? ¿No escuchará usted la invitación a la paz de un hombre que, con relativo éxito, ha rechazado el recurso de la violencia tras una cuidadosa reflexión?

»En fin, espero que me perdone si juzga incorrecto mi proceder al escribirle.»
En las navidades de 1941, a medida que la guerra fue adquiriendo proporciones cada vez más terribles, volvió a escribir a Hitler. La carta fue retenida por las autoridades británicas. Sus llamadas a la paz las dirige también a otras potencias beligerantes, a las que reprochaba que combatían a Hitler con sus propios métodos corregidos y aumentados. Su victoria no demostraría que tenían razón, sino únicamente que habían sido más poderosas.

Y Gandhi dijo de Mussolini: «Él es un verdadero superhombre,
alguien inalcanzable. Es el nuevo Mazzini de Europa».

1 comentario:

  1. Y su nacionalismo, el de Gandhi, llegó a obnubilarle tanto que hasta responsabilizaba a los británicos de ser los culpables de la existencia de homosexuales y la pornografía en la India. Como dice Vanessa Baird en su libro Sexo, Amor y Homofobia para Amnistía Internacional:

    «Los intentos de negar o incluso eliminar toda tradición positiva de la homosexualidad en la India cuentan con precedentes. Desde los años veinte hasta los cuarenta Mahatma Gandhi dirigió una campaña para borrar todas las referencias positivas al transgenerismo y al deseo hacia el mismo sexo en la cultura india, sobre todo en la hindú. Durante aquellos años Gandhi envió pelotones de sus fieles a destruir las representaciones eróticas, especialmente homoeróticas y lésbicas, esculpidas en templos que datan del siglo XI.

    »El escritor y filósofo Rabindranath Tagore fue capaz de parar esta acción violenta. Sin embargo, la campaña para borrar la historia de la diversidad de género y sexual fue continuada por el primer ministro Jawaharlal Nehru, quien estuvo en el cargo de 1946 a 1964. Como Gandhi, había sido educado en Inglaterra, y como él deseaba transmitir el mensaje de que eran los ingleses los que habían traído la homosexualidad a la India. Se sintió desconcertado cuando su amigo Alain Daniélou publicó fotografías de esculturas tradicionales de la India que representaban homoerotismo y personas transgénero. La poderosa comunidad de miles de
    hijras (o eunucos) tiene una tradición en la cultura india que se extiende dos mil años atrás.»

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