martes, 28 de febrero de 2012

EL ANARQUISMO EN CUBA

Extraído de Wikipedia

El anarquismo como movimiento social mantuvo una gran influencia entre la clase trabajadora de Cuba durante el siglo XIX y principios del siglo XX. El movimiento cobró fuerza especialmente tras la abolición de la esclavitud en 1886, hasta que fue reprimido primero en 1925 por el presidente Gerardo Machado y finalmente por el gobierno marxista de Fidel Castro tras la revolución cubana a finales de los años 50. El anarquismo cubano se inclinó principalmente hacia el anarcocolectivismo de Mijaíl Bakunin, y posteriormente, hacia el anarcosindicalismo. El movimiento obrero en América Latina, y por extensión también en Cuba, estuvo en sus comienzos más influenciado por el anarquismo que por el marxismo.

Época colonial

A mediados del siglo XIX, la sociedad cubana estaba altamente estratificada, consistiendo en una clase dirigente de criollos españoles propietarios de plantaciones de tabaco, azúcar y café, una clase media de trabajadores de las plantaciones negros y españoles, y una clase baja de esclavos negros. Los escalones más altos de la sociedad estaban también profundamente divididos entre los criollos y los españoles peninsulares, con los españoles altamente beneficiados por el régimen colonial. Cuba era una colonia española, aunque había movimientos por la independencia, por la integración en los Estados Unidos, y por la integración con España. Las raíces del anarquismo se vieron por primera vez en 1857, cuando se fundó una sociedad mutualista proudhoniana. Tras ser introducido a las ideas de Pierre-Joseph Proudhon por José de Jesús Márquez, Saturnino Martínez (un asturiano emigrado a Cuba) fundó el periódico La Aurora en 1865. Dirigido a los trabajadores tabacaleros, incluía las primeras advocaciones de sociedades cooperativas en Cuba. Durante la Guerra de los Diez Años, entre los insurgentes contra España se incluían expatriados procedentes de la Comuna de París, y otros influenciados por Proudhon, incluyendo a Salvador Cisneros Betancourt y a Vicente García González.

Desarrollo inicial del movimiento

Para la década de 1880 se manifiesta la primera influencia explícitamente anarquista, cuando José C. Campos establece enlaces entre Cuba y anarquistas españoles que operaban en Barcelona, importando panfletos y periódicos anarquistas. Al mismo tiempo, muchos anarquistas españoles emigraron a Cuba, y se convirtió en algo muy común entre los trabajadores el leer literatura anarquista en voz alta en las factorías tabacaleras, de ese modo ayudando ampliamente a la diseminación de las ideas anarquistas entre los trabajadores. Durante la década de 1880 y hasta comienzos de la década de 1890, los anarquistas cubanos apoyaron un método anarcocolectivista de organización y acción similar al de la Federación de Trabajadores de la Región Española, siguiendo una línea de "a cada cual según su contribución", en oposición al "a cada uno según su necesidad" de los anarcocomunistas.

Enrique Roig Martín

Enrique Roig San Martín fundó el Centro de Instrucción y Recreo de Santiago de las Vegas en 1882, para defender la organización del trabajo y distribuir literatura de anarcocolectivistas de España. El centro tenía una política estricta, aceptando a todos los cubanos, sin tener en cuenta su posición social, tendencia política, o diferencias de color. El mismo año, la Junta Central de Artesanos se fundó siguiendo la declaración de Roig San Martín de que "ningún gremio ni organización de la clase trabajadora debería estar atada a los pies del capital". Roig San Martín escribió para El Boletín del Gremio de Obreros, y para el primer periódico explícitamente anarquista en Cuba, El Obrero, que fue fundado en 1883 por demócratas republicanos pero que rápidamente se convirtió en portavoz de los anarquistas cuando Roig San Martín tomó el puesto de editor. Fundó entonces El Productor en 1887. Además de San Martín, El Productor tenía escritores en las ciudades cubanas de Santiago de las Vegas y Guanabacoa, y en las ciudades de Tampa y Cayo Hueso en Florida, y publicó artículos reimpresos del periódico en lengua francesa Le Revolté y en La Acracia de Barcelona.

Fundada en 1885, la organización Círculo de Trabajadores se concentró en actividades educacionales y culturales, hospedando una escuela laica para 500 estudiantes pobres y mítines para grupos de trabajadores. Al año siguiente, líderes del Círculo (con Enrique Creci a la cabeza) formaron un comité de ayuda para obtener fondos para los problemas legales de ocho anarquistas de Chicago que habían sido culpados de asesinato en relación con la revuelta de Haymarket. En mes y medio, el comité había conseguido aproximadamente 1.500 dólares estadounidenses para la causa. Además, unos días antes de las ejecuciones de los anarquistas, el Círculo organizó una demostración de 2.000 personas en La Habana para protestar contra la decisión del estado de llevar a cabo las ejecuciones. El Círculo y El Productor fueron ambos multados, el periódico por una editorial escrita por Roig San Martín sobre las ejecuciones, y el Círculo por mostrar una pintura que conmemoraba la ejecución. El gobierno colonial también prohibió las demostraciones que deberían mantenerse cada año en aniversario de la ejecución.


Portada de El Productor
conmemorando los incidentes de Haymarket


Fortalecimiento de la organización y la acción

La primera organización explícitamente anarquista, la Alianza Obrera, fue fundada en 1887. Esta organización participó junto con la Federación de Trabajadores de la Habana y El Productor en el primer Congreso Obrero de Cuba, que tuvo lugar el 1 de octubre de 1887. Al congreso atendieron principalmente trabajadores tabacaleros, aunque no exclusivamente. Fue emitido un "dictum" marcando seis puntos:

-Oposición a todos los vestigios de autoridad.
-Unidad entre las organizaciones de trabajadores a través de un pacto federativo.
-Completa libertad de acción entre todos los grupos.
-Cooperación mutua.
-Solidaridad entre todos los grupos.
-Prohibición dentro de la federación de todas las doctrinas políticas o religiosas.

Saturnino Martínez desaprobó el resultado del congreso, favoreciendo ideas de organización mas reformistas. Esto condujo a una rivalidad entre él y Roig San Martín y la división de los sindicatos en dos bandos.

Pronto tras el congreso, los trabajadores tabacaleros inician una serie de huelgas en tres factorías, una de las cuales duró hasta el final de noviembre. Más tarde, en el verano de 1888, las huelgas de los trabajadores tabacaleros llevan a un paro patronal de los propietarios en más de 100 factorías. El Círculo de Trabajadores organiza una colecta para apoyar a los trabajadores en paro forzoso, yendo tan lejos como para enviar representantes a Cayo Hueso, en Florida, para solicitar donaciones de trabajadores tabacaleros estadounidenses. En octubre fue finalizado el paro patronal con los propietarios de las factorías acordando reunirse con los trabajadores para llevar a cabo negociaciones. El resultado de esta situación fue tan favorable para la Alianza Obrera que el sindicato vio aumentar su número de miembros desde los 3.000 hasta los 5.000 en los siguientes seis meses, convirtiéndose así en el sindicato más fuerte de Cuba. Al año siguiente, Roig San Martín muere a los 46 años de edad, unos días después de ser liberado de prisión por el gobierno colonial español; a su funeral asisten supuestamente unas 10.000 personas afligidas. Solo unos meses después, en respuesta a un paro patronal/huelga en la industria tabacalera, el jefe colonial Manuel Salamanca y Negrete cerró el sindicato de fabricantes, la Alianza Obrera y el Círculo de Trabajadores, aunque se permitió a las cuatro escuelas mantenidas por el Círculo mantenerse abiertas, y el Círculo en su totalidad obtuvo permiso de la nueva administración para reabrir al año siguiente.

La respuesta del gobierno y la Guerra de la Independencia

La primera celebración del 1 de mayo en Cuba se llevó a cabo en 1890, y consistió en una marcha seguida de un mitin en el que hablaron 18 anarquistas. En los días siguientes, las huelgas de trabajadores en muchas industrias llevaron al gobierno colonial a cerrar de nuevo el Círculo de Trabajadores, anulando la decisión al enfrentarse con un manifiesto de protesta firmado por 2.300 trabajadores. Más tarde ese mismo año, once anarquistas fueron juzgados por el asesinato de Menéndez Areces, director de la moderada Unión Obrera. Aunque los once fueron considerados inocentes, el capitán general Camilo García Polavieja usó la situación como pretexto para clausurar El Productor, y para la represión de los anarquistas en general. En 1892, fue celebrado otro congreso de trabajadores en el que se reconfirmaron sus principios anarcosindicalistas y se expresó solidaridad con las mujeres de la clase trabajadora (una idea nueva dentro de una clase trabajadora formada fundamentalmente por hombres, que sentían que debían competir con las mujeres por el puesto de trabajo), declarando: "Es una necesidad urgente no olvidarse de las mujeres, que comienzan a llenar los talleres de muchas industrias. Son empujadas por la necesidad y por la codicia burguesa a competir con nosotros. No podemos oponernos; ayudémoslas." Sin embargo, el resultado de esto fue la supresión por parte del gobierno del movimiento mediante la deportación, el encarcelamiento, la suspensión del derecho de libre asociación, y el cierre de las oficinas centrales de las organizaciones para sofocar los esfuerzos organizativos.

Durante la Guerra de Independencia cubana, los anarquistas se unieron a otros miembros del movimiento sindical para distribuir propaganda a los soldados españoles, instándolos a no oponerse a los separatistas, y a unirse a la causa anarquista. Algunos años antes, los anarquistas habían adoptado las ideas propugnadas por los anarquistas españoles de organización no solo en sindicatos, sino también formando grupos anarquistas para educar a la gente y cometer violentos actos contra el estado conocidos como "propaganda por el hecho", que conllevaron a la Guerra de Independencia. Los anarquistas colocaron bombas que destruyeron puentes y tuberías de gas, y contribuyeron al fallido intento separatista de asesinar al capitán general Valeriano Weyler en 1896. Esto condujo a una mayor represión del gobierno contra los anarquistas, cerrando la Sociedad General de Trabajadores (que creció fuera del Círculo), realizando deportaciones masivas de activistas, e incluso prohibiendo la lectura en los puestos de trabajo.

Comienzos del siglo XX

Tras la Guerra Hispano-Estadounidense, que otorgó a Cuba su independencia de España, muchos anarquistas estaban insatisfechos con las condiciones que persistían. Citaban condiciones que eran perpetuadas por el nuevo gobierno, como la supresión de los movimientos sindicales, las ocupaciones estadounidenses, y la insatisfacción con el sistema escolar. Para 1899, los trabajadores anarquistas se habían reorganizado, bajo la Alianza de Trabajadores. Para septiembre de este año, cinco de los grupos organizadores habían sido arrestados, tras una huelga de albañiles que se extendió a todos los oficios de la construcción. Durante este tiempo, el organizador anarquista Errico Malatesta visitó Cuba, dando discursos, y entrevistas a varios periódicos, pero los compromisos de sus siguientes conferencias fueron pronto obstaculizados por el gobernador civil Emilio Nuñez. En torno a 1902-03, los anarquistas y otros organizadores sindicales comenzaron intentos para organizar la industria del azúcar, entonces la mayor industria de Cuba. Pero los propietarios respondieron rápidamente, y dos trabajadores fueron asesinados, con los crímenes nunca resueltos.

Los activistas anarquistas también centraron mucha de su energía hacia la preparación de la sociedad para la revolución social a través de la educación. Los anarquistas dirigieron escuelas infantiles para contrarrestar a las escuelas católicas y a las escuelas públicas, creyendo que las escuelas religiosas eran el anatema de sus ideas de libertad, y que las escuelas públicas eran demasiado a menudo usadas para inculcar ideas de "nacionalismo patriótico" y desanimar el pensamiento libre en los niños. En números de ¡Tierra!, un periódico anarquista semanal (publicado desde 1899 hasta 1915, sacando más de 600 números), los escritores denunciaron el requerimiento de la escuela pública de presentar lealtad a la bandera cubana, y animaban a enseñar a los niños que la bandera era un símbolo de "inclinaciones cerradas y divisivas". Los anarquistas alegaban que los estudiantes matriculados en dicha educación se convertirían en "carne de cañón" en un conflicto entre los líderes de los partidos liberal y conservador en 1906, que provocó la intervención y ocupación de Cuba por los Estados Unidos hasta 1909. Aunque los anarquistas habían dirigido escuelas desde aquellas del Círculo de Trabajadores, no fue hasta 1906 cuando las escuelas empezaron a tomar un rumbo menos tradicional. En 1908, los anarquistas incluyeron un manifiesto en números de ¡Tierra! y La Voz del Dependiente, llamando al establecimiento de escuelas modeladas de forma similar a la Escuela Moderna de Francisco Ferrer Guardia.

Reorganización tras la partida de López y los españoles

Con la falta de López, el control sobre el CNOC estaba en pugna entre los anarquistas y los comunistas. Para 1930-31, el CNOC había sido tomado por los comunistas, con los anarquistas siendo enviados a la policía, todavía bajo el control de Machado. Muchos de los anarquistas españoles implicados decidieron volverse a España. Siguiendo la aprobación por el nuevo gobierno de una ley por la cual al menos la mitad de los empleados de un patrón debían haber nacido en Cuba, un gran número de anarquistas de Cuba nacidos en España fueron forzados por la necesidad económica a regresar a España, lo que menguó ampliamente la influencia del movimiento anarquista en Cuba. Sin embargo, pronto fue fundada la Juventud Libertaria por una generación más joven de anarquistas, y para 1936, tras el comienzo de la Guerra Civil española, los anarquistas cubanos habían fundado la Solidaridad Internacional Antifascista (SIA), para ayudar en el envío de dinero y armas a la CNT y la Federación Anarquista Ibérica. Muchos anarquistas nacidos en Cuba fueron a España a unirse a la lucha, junto con muchos anarquistas nacidos en España exiliados de Cuba.

Con los derechos garantizados por la constitución cubana de 1940, los anarquistas pudieron organizarse de nuevo con un menor riesgo de muerte o deportación. La SIA y la Federación de Grupos Anarquistas de Cuba se autodisolvieron, formando sus miles de miembros la Asociación Libertaria de Cuba. La ALC mantuvo el Primer Congreso Nacional Libertario en 1944, eligiendo un secretario general, y un secretario organizativo. Fue seguido por un segundo congreso en 1948, en el que el anarquista alemán Augustin Souchy pronunció el discurso inaugural. También se eligió un órgano de propaganda oficial para la ALC, Solidaridad Gastronómica, que fue publicado de forma mensual hasta su clausura por el gobierno de Castro en diciembre de 1960. Se celebró un tercer congreso en 1950, centrándose fuertemente en mantener el movimiento obrero apolítico y libre de interferencia por parte de los políticos y los burócratas. A mediados de los años 50, Fulgencio Batista estaba de nuevo en el poder tras un golpe de estado con éxito. Muchos anarquistas se unieron a los grupos guerrilleros que luchaban contra el gobierno de Batista, incluyendo al Movimiento 26 de Julio de Fidel Castro, que llevó a Batista a huir de Cuba el último día de 1958.

Período postrevolucionario

1960-1961

Durante los primeros días tras tomar el poder, Castro expulsó a conocidos anarcosindicalistas de la Confederación de Trabajadores de Cuba. Debido a esto, y por una sospecha general hacia los gobiernos, el consejo nacional de la ALC publicó un manifiesto denunciando al gobierno de Castro y sus acciones. El periódico Solidaridad Gastronómica también denunció su descontento con el gobierno, diciendo que era imposible que un gobierno fuera "revolucionario". En enero de 1960, la ALC decidió en asamblea, pedir apoyo a la Revolución Cubana, declarando al mismo tiempo su oposición a los totalitarismos y las dictaduras. A finales de año, el periódico del grupo (Solidaridad Gastronómica) sería cerrado por el gobierno. El número final conmemoraba la muerte del anarquista español Buenaventura Durruti, y contenía un editorial declarando que las "dictaduras del proletariado" eran imposibles, opinando que ninguna dictadura podía pertenecer al proletariado, tan solo dominarlo.

Durante el verano de ese mismo año, el anarquista alemán Augustin Souchy fue invitado por el gobierno de Castro para inspeccionar el sector agrario. No quedó impresionado con lo que se encontró, y declaró en su panfleto Testimonios sobre la Revolución Cubana que el sistema era demasiado similar al modelo soviético. Tres días después de la partida de Souchy de Cuba, la tirada completa fue incautada y destruida por el gobierno. Sin embargo, una editorial anarquista argentina republicó el panfleto al siguiente diciembre. Aproximadamente al mismo tiempo, la ALC, alarmada por el movimiento del gobierno de Castro hacia una forma de gobernar marxista-leninista, publicó una declaración, bajo el nombre Grupo de Sindicalistas Libertarios para prevenir reacciones contra los miembros de la ALC. El documento declaraba oposición al centralismo, a las tendencias autoritarias, y al militarismo del nuevo gobierno. Tras la denuncia del documento por parte del secretario general del Partido Comunista Cubano (PCC), los anarquistas fracasaron en su búsqueda de un impresor que publicara una reacción a la denuncia. La publicación El Libertario publicó su última edición ese verano.

Siguiendo estas acciones, muchos anarquistas eligieron pasar a la clandestinidad, recurriendo a la "acción directa clandestina" como su único medio de lucha. Según el anarquista cubano Casto Moscú, "un número infinito de manifiestos fueron escritos denunciando los falsos postulados de la revolución de Castro y llamando al pueblo a oponerse a ella... se pusieron en marcha planes para sabotear las cosas básicas que sustentaban al estado". Después de que Manuel Gaona Sousa, uno de los fundadores de la ALC y antiguo anarquista, hiciera público un manifiesto apoyando al gobierno, y declarando "traidores" a todos aquellos que se oponían al gobierno, Moscú y otro anarquista, Manuel González, fueron arrestados en la Habana. Cuando fueron liberados, ambos fueron inmediatamente a la embajada mexicana, donde fueron aceptados. Eventualmente, ambos viajaron de México a Miami, Florida, donde se reunieron con muchos de sus compañeros cubanos.

Exilio

A partir de mediados de 1960, pero acelerándose ampliamente en el verano de 1961, un gran número de anarquistas cubanos emigraron a los Estados Unidos. Ese verano, en Nueva York, el Movimiento Libertario Cubano en el Exilio fue formado por algunos de esos exiliados, entrando en contacto con anarquistas españoles exiliados tras la Guerra Civil española, que también vivían en Nueva York. Entraron también en contacto con Sam Dolgoff y la Libertarian League, con sede en Nueva York. Rápidamente, fueron recibidas donaciones de todo el mundo para los anarquistas cubanos exiliados. Sin embargo, tras la publicación del manifiesto de Gaona, las donaciones se acabaron pronto, ya que muchos anarquistas en otros países fueron convencidos por los argumentos de este documento. Como respuesta al amplio efecto de este manifiesto, el MLCE publicó el Boletín de Información Libertaria con el apoyo de la Libertarian League y el periódico de la Federación Libertaria Argentina. Entre muchos otros, la FLA publicó un ensayo de Abelardo Iglesia titulado Revolución y Contrarevolución que manifestaba las diferencias que los anarquistas cubanos veían entre las revoluciones marxista y anarquista: "Expropiar a las empresas capitalistas, entregándoselas a los trabajadores y técnicos, ESTO ES LA REVOLUCIÓN. Pero convertirlas en monopolios estatales en los cuales el único derecho del productor es obedecer, ESTO ES LA CONTRA-REVOLUCIÓN".

Mientras los cubanos exiliados en los Estados Unidos estaban intentando conseguir fondos para apoyar a los anarquistas encerrados en prisión en Cuba, el MLCE fue denunciado por anarquistas estadounidenses y de otros países como marionetas de la CIA, y "meros anticomunistas". El periódico anarcopacifista Liberation publicó artículos a favor de Castro, lo que conllevó protestas del MLCE y la Libertarian League delante de sus oficinas. Pero en 1965, el MLCE envió a Iglesias a Italia para presentar el caso contra Castro ante la Federazione Anarchica Italiana (FAI). La FAI quedó convencida, publicando condenas en periódicos anarquistas italianos tales como Umanità Nova, y recolectando firmas de condena de la Federación Libertaria Argentina, la Federación Libertaria Mexicana, la Anarchist Federation of London, la Sveriges Arbetares Centralorganisation, la Federación Anarquista Francófona, y el Movimiento Libertario Español.

A pesar de las denuncias de organizaciones y periódicos anarquistas de todo el mundo, la opinión empezó a cambiar en 1976, cuando Sam Dolgoff publicó su libro The Cuban Revolution: A Critical Perspective. Además, en 1979, el MLCE comenzó la publicación de una nueva revista titulada Guángara Libertaria, republicando el artículo de Alfredo Gómez The Cuban Anarchists, or the Bad Conscience of Anarchism. En 1980, el MLCE y Guángara Libertaria apoyaron la evacuación masiva de cubanos de Cuba después de que muchos disidentes cubanos ocuparan la embajada peruana en la Habana. Muchos de aquellos que habían abandonado Cuba en esta época se unieron al colectivo editorial de Guángara. Para 1985, el colectivo tenía corresponsales por todo el mundo, incluyendo México, Hawái, España, y Venezuela. La revista llegó a una tirada de 5.000 ejemplares en 1987, convirtiéndose en el periódico anarquista de mayor circulación en los Estados Unidos. Sin embargo, en 1992, el colectivo cesó la publicación de GL, aunque muchos de sus miembros continuaron publicando escritos.

lunes, 27 de febrero de 2012

El bondadoso ajusticiador

Por Osvaldo Bayer
Página/12, 07/11/2009

El próximo lunes 9 se cumplirán cien años de un suceso que conmocionó a Buenos Aires. Un joven ruso, de 18 años, había hecho volar por el aire con una bomba nada menos que al todopoderoso jefe de policía de Buenos Aires, coronel Ramón L. Falcón. El ejecutor era un anarquista llamado Simón Radowitzky y con su acción quiso vengar a sus compañeros asesinados el 1º de mayo de ese 1909, en la represión encabezada por el militar contra la manifestación de los obreros que recordaban las figuras de los cinco anarquistas condenados a muerte por la Justicia de Estados Unidos, por su lucha a favor de las ocho horas de trabajo. Un muchacho recién salido de la adolescencia, nacido en Rusia, y “además judío”, como señalaban las crónicas de nuestros diarios, se atrevía contra quien aparecía como el hombre de más poder en todo el país.

Simón Radowitzky

El coronel Falcón había sido el mejor oficial del general Roca en el exterminio de los pueblos originarios en la denominada Campaña del Desierto. Además, había llegado a la fama en aquella Argentina conservadora como el represor de las huelgas de conventillos, llevadas a cabo por las mujeres inmigrantes que se negaban a pagar los aumentos constantes del alquiler por parte de los propietarios. El coronel Falcón demostró su hombría de bien y su título de coronel entrando a palo limpio en esos palomares de la miseria y del hacinamiento que eran los miserables domicilios de 140 habitantes por conventillo, que poseían un solo excusado como se llamaba a los retretes de aquel tiempo. Ya como Roca lo había llevado a cabo el 1º de mayo de 1904, Falcón imitó a su jefe ese Día del Trabajador y atacó a los setenta mil obreros que llenaban la Plaza Lorea. Las crónicas dirán luego que quedaron “36 charcos de sangre”. Fue un ataque feroz de total cobardía porque, sin aviso previo, el militar ordenó a la fusilería de la policía abrir fuego contra las columnas obreras. Pero los anarquistas no eran hombres de arrugar y guardar silencio. Desde ese momento dijeron que el tirano iba a pagar con su vida tamaña cobardía. Y fue así como ese joven ruso, Simón, se ofreció a no dejar impune el crimen del poder. Le arrojó la bomba a la salida de un acto en el cementerio de la Recoleta y tanto el coronel como su secretario fallecieron por efectos del explosivo. Cómo lloraron los diarios al dar la noticia, en especial La Nación. Había sido muerto uno de los pilares del sistema.

La historia continuará con el destino de Simón. Lo apresarán. Le iniciarán juicio y lo condenarán a muerte, aunque él siempre sostuvo que era menor de edad. Para esos menores de edad y para las mujeres no había pena de muerte. Lo demostrará con una partida de nacimiento llegada de Rusia y será condenado a prisión perpetua. Como no tuvo éxito una huida preparada por sus compañeros anarquistas fue trasladado a Ushuaia, la Siberia argentina, donde todo preso iba indefectiblemente a morir. Más todavía, que cuando llegaba el aniversario de su atentado contra Falcón, se lo condenaba a estar una semana en un calabozo al aire libre, sin calefacción. Pero el “ruso” Simón se fue convirtiendo en el alma del presidio. El siempre daba un paso al frente en la protesta cuando a algún otro preso se lo castigaba o se cometían injusticias en el trato general. Fue durante toda su estada el verdadero “delegado” defensor de esos presos comunes. Y políticos. Por eso mismo se lo sometía a un tratamiento de terror. Pero el “ángel de Ushuaia”, como se lo llamaba, no daba su brazo a torcer sin temor a las represalias de los guardiacárceles. Los que lean La casa de los muertos o El sepulcro de los vivos, del gran escritor Fedor Dostoievsky, que describe las cárceles de Siberia, y sufren con los padecimientos de los condenados, no sospechan que en territorio argentino existió un lugar exactamente igual construido por Roca, de donde son muy pocos los que salieron con vida o retornaron a la sociedad con sus facultades mentales normales.

Los anarquistas de todo el país siempre lo recordaron a Simón y lucharon en grandes jornadas de manifestaciones por su libertad. E intentaron un operativo como sólo los anarquistas sabían prepararlos. Lograron liberarlo y embarcarlo en un pequeño velero rumbo a Chile pero, cerca de Punta Arenas, guardias chilenos lo sorprenden y lo entregan nuevamente a las autoridades argentinas. La venganza será tremenda: Simón será encerrado durante más de dos años en una celda, aislado, sin ver la luz del sol y sólo a media ración. Pero en los círculos obreros y políticos, Simón gana cada vez más popularidad. Las calles de Buenos Aires y de otras ciudades tendrán pintadas con “Libertad a Simón” y su retrato aparece en las ediciones de todas las publicaciones libertarias.

Mientras tanto, le envían dinero que se recauda en las fábricas. Pero Simón no lo aprovecha para su persona sino que lo reparte entre los enfermos del penal y la compra de libros para la escasa biblioteca de la cárcel. Los pedidos de indulto para el preso le llueven al presidente Yrigoyen, quien finalmente se lo otorgará en el 13 de abril de 1930. Simón había padecido veintiún años de prisión. Pero la reacción de los militares y de la prensa es muy grande contra la decisión del primer mandatario. De manera que el preso es traído por un barco de la marina de guerra hasta el Río de la Plata. Allí es obligado a trasladarse al buque de la carrera que une a Buenos Aires con Montevideo y de esa manera es expulsado del país hacia Uruguay.

Allí, en la otra orilla, es recibido por manifestaciones obreras que le dan lugar en sus sedes y lo saludan como al mejor compañero. Al quedar libre, Simón recuerda a sus compañeros presos en Ushuaia y dirá: “La separación de mis compañeros de infortunio fue muy dolorosa”. Comenzará a trabajar días después como mecánico y más tarde se prestará a ser mensajero entre los anarquistas del Uruguay y de Brasil. Hasta que se acaba la democracia en la Banda Oriental y comienza la dictadura de Terra, quien ordena su detención. El anarquista es confinado en la isla de Flores. Allí las condiciones son pésimas. Debe dormir en un sótano. Permanecerá más de tres años en esas condiciones hasta que sus compañeros de ideas logran su libertad. Pero al llegar a Montevideo es apresado nuevamente y llevado a la cárcel. Hasta que, liberado de nuevo, decide marchar a España donde ha estallado la guerra civil con el levantamiento de los militares de Franco contra la República. Allá Simón formará parte de los grupos que lucharán contra los militares alzados. Pero no usará armas, oficiará de transportador de alimentos para las tropas del frente, principalmente para los soldados que están en trincheras. Hasta que llega la derrota del pueblo y Simón será uno de los tantos que marchará a Francia a refugiarse y de allí podrá embarcarse hacia México.

En México pedirá trabajar en una fábrica de juguetes para niños. Así transcurrirán los últimos dieciséis años de su vida entre el trabajo y las charlas y conferencias que daba a sus compañeros de ideas. Siempre sostuvo, hasta el fin, que la gran revolución humana sólo la podía hacer el socialismo libertario, hasta lograr la paz eterna y la igualdad entre los pueblos.

En la Argentina, los dueños del poder siempre trataron de ignorar esta figura que parecía salida de una novela de Dostoievsky. El que había alzado la mano para eliminar a un tirano y que en su vida posterior se comportó como un ser de bondad extrema y de espíritu de solidaridad con los que sufren. En la década del sesenta publiqué un estudio sobre este ser humano que titulé: “Simón Radowitzky, ¿mártir o asesino?”, en la revista Todo es Historia, que dirigía Félix Luna, fallecido hace unas horas. Siempre le agradeceré a Falucho Luna ese gesto, de permitirme publicar en sus páginas investigaciones sobre los héroes libertarios que actuaron en nuestro país en las primeras décadas del siglo pasado.

domingo, 26 de febrero de 2012

«¿Despido más barato? Ahora sí que sí»

Los empresarios explican la reforma el día 8 en Madrid

laRepublica.es

«¿Despido más barato? Ahora sí que sí. Reducción de salarios. Por fin será una posibilidad real. Se acabó el abstentismo por falta de asistencia. Ha llegado la auténtica flexibilidad interna en la empresa. Despidos objetivos por causas económicas, más fáciles de justificar. Despidos colectivos para los que les basta la decisión del empresario. Se acabaron los salarios de tramitación. Adiós "despido express"… hola "nuevo despido express"...»

Estas son algunos puntos que descaradamente publica ASESORIZA SEMINARIOS en un boletín dirigido a empresarios y que celebrará un seminario el próximo 8 de marzo entre las 9.00 y las 18.00h. en el Hotel Meliá Castilla (c/Capitan Haya, 43) de Madrid.

El precio del seminario es de casi 700 euros, y tiene como ponentes a Antonio V. Sempere Navarro (Catedrático de la Universidad Rey Juan Carlos) y a Rodrigo Martín Jimenez (Profesor Titular de Derecho del Trabajo).



¿OBRERO DESPEDIDO...?
¡PATRÓN COLGADO!

jueves, 23 de febrero de 2012

Contra el fascismo y sus mentores

CNT-Toledo
(22-febrero-2011)


Desde la CNT-AIT de Toledo, queremos mostrar nuestra total y absoluta repulsa, a la agresión e intento de asesinato cometido este fin de semana en nuestra ciudad por parte de un impresentable grupo neonazi y en la cual resultaron heridos de gravedad cuatro compañeros antifascistas.

Desde este sindicato queremos hacer llegar todo nuestro apoyo a los heridos, a sus amigos/as y familiares.

No deja de sorprender que cuando peor esta la situación social del pais, con un paro galopante, una reforma laboral autenticamente terrorista, con recortes, etc, estas bandas de asesinos actuen con extrema violencia y con el silencio por parte de politicos y medios de comunicación, que tratan estos hechos como simples ataques entre «bandas rivales». Tal como actuaron en el pasado, las clases dominantes, ante el miedo a la ira popular por sus medidas antisociales, vuelven a usar a estos grupusculos para mostrar terror a la sociedad.

Desde CNT seguiremos luchando contra los grupusculos fascistas, denunciando a aquellos que los dirigen, apoyan y amparan.

Contra el fascismo, lucha de clases.

lunes, 20 de febrero de 2012

¿Futuro primitivo? No, gracias

Por CAPI VIDAL

REFLEXIONES DESDE ANARRÉS
(28/4/2009)


No conozco, para mi tranquilidad, a nadie que simpatice completamente con las teorías de John Zerzan (y sí a bastantes que no le toman nada en serio). Este hombre, al que se insiste en encuadrar en una supuesta vertiente anarquista llamada «primitivista», viene a rechazar radicalmente la ciencia y la tecnología, y aun la cultura, y aboga por cierta vuelta a un supuesto amanecer idílico de la humanidad en que todos eramos cazadores-recolectores, ya que parece ser que según esta teoría la agricultura supuso el comienzo de la «domesticación de la naturaleza» y de la «dominación social» (algo también improbable). La creencia en ese pasado «bueno» (la separación entre lo bueno y lo malo es un absoluto en según qué visiones) parece ser que es de entrada todo un despropósito, no me gustaría insistir demasiado en ello, ya que mi ignorancia me lleva a contrastar las afirmaciones de Zerzan con las opiniones de otros expertos. Zerzan insiste en apoyarse en afirmaciones históricas cuanto menos cuestionables, considera que el hombre prehistórico tuvo unas capacidades semejantes al actual y rechazó conscientemente el progreso, que conlleva alienación, hasta fechas recientes (no habiéndose producido durante la mayor parte de la historia de la humanidad). En cualquier caso, da la impresión de que las afirmaciones de Zerzan parecen ideología, pura y dura, en la que la base histórica y antropológica queda en un segundo plano. No quiero yo pontificar sobre lo que es o no el anarquismo, o los anarquismos, una tendencia que parece presente en todas las realidades humanas a lo largo de la historia, pero me resulta algo más que irritante considerar una corriente del mismo esa que apuesta por una «regresión» a sociedades primitivas, considerando además que ha habido una especie de Edad de Oro de la humanidad en comunión con la naturaleza (algo que me recuerda a muchos mitos de la Antigüedad). El rechazo a la civilización parece más bien una idea reaccionaria, por mucho que se presente como un ecologismo radical, y más bien místico e irreal, y encuentre eco en algunas tendencias «alternativas» actuales. El anarquismo que surge de la modernidad es seguramente solo uno de los muchos posibles, su confianza en la ciencia y en la tecnología es por supuesto cuestionable en la época en que nos encontramos, objeto de debate en aras de una perfección de las ideas libertarias, pero mirar hacia atrás constantemente y pretender anular toda una tradición histórica y filosófica es un flaco favor a unas ideas auténticamente emancipadoras. Zerzan insiste en que la tecnología no es neutral y en que el bienestar que se busca en las sociedades industriales modernas se produce a costa de la depredación del medio ambiente, sin que haya alternativa posible dentro de este modelo de producción en masa para la sociedad de masas. Bien, estamos de acuerdo en parte de la lectura, pero las conclusiones no pueden ser más dispares, podemos cuestionar lo que es el progreso o la civilización (o civilizaciones en plural. otro tema de un más que interesante debate), pero me niego a rechazarlos sin más. Podemos cuestionar la instrumentalización de la ciencia o el método científico, pero cuestionar sin más la ciencia, la cultura o la razón, en busca de un pasado idílico en el que el hombre sería incapaz de «dominar la naturaleza» (otro tema delicado, pero estaremos de acuerdo en que nuestra capacidad es superior a la del resto de las especies), me parece algo devastador. No nos gusta el sistema en qué vivimos, pensamos que la economía está al servicio de una razón técnica (Zerzan creo que emplea una frase como «el imperio de la razón») en la que son sacrificados gran parte de los individuos y solo manda la lógica económica, pero la respuesta se encuentra a modo de ver las cosas en expandir las posibilidades de la razón, no en pretender acabar con ella, y ponerla al alcance verdaderamente de las personas sin perder el horizonte ético y humanista. Si el capitalismo, además de ser intrínsecamente injusto, supone una pérdida de valores y una pobreza intelectual evidente, la sociedad «primitiva» propone una regresión también en todos esos aspectos (es más, la pérdida de valores o la pereza intelectual parece que son síntomas de ciertas ideas). Lo siento, pero no caben en mi esquema mental las propuestas de este hombre, me lo encuentro de vez en cuando en algún contexto libertario y no creo que estemos hablando de una alternativa seria. Cada vez tengo más dudas sobre lo que es o no «natural», creo que estamos obligados (no en cuanto a una necesidad ajena a la voluntad del hombre, sino por otros factores que me parecen propios de la condición humana y que habría que potenciar) a construir una sociedad caracterizada más por lo justo o lo ecuánime (algo en lo que cabe la emancipación de ciertos elementos naturales que pueden ser nocivos), el respeto al medio ambiente es algo que siempre ha estado presente en las ideas libertarias (incluso puede que en origen hubiera un culto excesivo a supuestas «leyes naturales»), pero la organización social se produce de manera independiente a la naturaleza. Creo yo.

Huelgas en la España franquista de 1951

[Ya que nos han impuesto una reforma laboral, que es una auténtica declaración de guerra, con la que se da por concluida toda paz social. A pesar de la dureza que supuso la opresiva dictadura franquista, en 1951 a los trabajadores de Barcelona, y de otras zonas de España, no les intimidó el régimen e hicieron huelgas que triunfaron. En el libro de Juan Eslava Galán Los años del miedo nos lo narra en el capítulo 73 «Primavera caliente», del cual ponemos un retazo. Un ejemplo a seguir, esos trabajadores que vivieron en el peor momento de la historia contemporánea de este país, con la brutalidad policial y las escuadrillas fascistas por medio, nos dan una lección a los del presente. ¡Esto es una guerra, y no hay que tener miedo!]

Cargada con la compra, Montserrat llega a la parada del tranvía 27 donde un corrillo de usuarios está protestando airadamente.

—¿Qué pasa?

—¿Que qué pasa? Que la tarifa de un billete sencillo, 50 céntimos, sube partir de mañana a 70 céntimos.

—¡Virgen Santa! ¿Dónde vamos a ir a parar?

—Se ha convocado una huelga de tranvías para el día doce, que este abuso ya no se puede consentir —le avisa una usuaria.

Barcelona está inquieta. Se forman corrillos en las calles, especialmente en los barrios pobres y marginales, los más conflictivos.

Montserrat llega a su casa. Reventadita por el esfuerzo de subir la cesta de la comprar a la cuarta planta, se sienta a recuperar el resuello en la mesa de la cocina y lee un par de octavillas que ha recogido en la calle, una escrita a mano y la otra impresa con ciclostil. Las dos dicen más o menos lo mismo: «Barcelonés, si eres buen ciudadano acuérdate, y a partir del primero de marzo y hasta que se igualen las tarifas con las de la capital, trasládate a pie a tus ocupaciones (…). España una… y para todos igual.»

El uno de marzo los usuarios del tranvía acuden al trabajo a pie, aunque en muchos casos eso los obligue a salir de casa una hora antes.

Las autoridades han ordenado a los funcionarios que usen el tranvía. Falange ha impartido la misma orden a sus afiliados, con la advertencia que viajarán gratis si muestran al cobrador el carnet del partido. La consigna es usar ese medio de transporte para reventar la huelga.

Poca gente los usa (un 3%). No se repiten los apedreamientos de tranvías de días anteriores porque la fuerza pública los protege. Por la tarde se inicia una manifestación que la fuerza pública reprime con la habitual brutalidad. Un niño de cinco años, Juan Moreno Ruiz, hijo de un obrero de la Pegaso, resulta herido de bala y muere al día siguiente.

El domingo juegan, en el estadio de Las Corts, el Barcelona y el Racing de Santander. A la salida del partido diluvia, pero los aficionados regresan a pie a sus hogares y dejan vacíos los tranvías que los esperan, con su conductor, su cobrador y su pareja de guardias.

Tanta unanimidad no deja de ser sospechosa. En realidad detrás de protesta están no sólo las gentes de la izquierda sino muchos católicos y sindicalistas verticales tan perjudicados como ellos. Al día siguiente, el Gobierno cede y anula la subida de las tarifas.

Han ganado los ciudadanos su primer pulso con el Gobierno, lo que sienta un peligroso precedente.


El gobernador civil y jefe provincial del Movimiento, camarada Eduardo Baeza Alegría tiene motivos para preocuparse. Mientras en la calle se producen algaradas y algunos manifestantes vuelven a apedrear tranvías y panaderías, en protesta por el pan, que es cada día más negro y más insípido. A Madrid ha llegado el rumor de que el camarada Baeza Alegría descuida sus deberes de gobernante por cultivar su íntima amistad con la bellísima y sobre todo hermosísima vedette Carmen de Lirio.

Los graffiti de los retretes públicos, único medio de libre expresión que tolera el Régimen, le atribuyen a Baeza Alegría dos contrapuestas aficiones: «Por la mañana cirio, por la noche lirio», la primera en razón de su cargo, que requiere cierta connivencia con la Iglesia, la segunda por complacencia con el pecado de la carne.

Carmen de Lirio es un mito en Barcelona. En un tiempo de restricciones de luz, ella sola se basta para iluminar las noches del Paralelo. Mientras en la calle arde en rumores de nuevas huelgas y protestas, la aragonesa, indiferente, luce su palmito frente a las candilejas asaeteada por las miradas lúbricas de los estraperlistas y aficionados pudientes que pueden pagar el espectáculo y la consumición en la sala de fiestas. En el colofón, después de cantar el memorable pasodoble Noche de Bodas con su voz pastosa y sensual, hace mutis arrastrando displicentemente su abrigo de pieles por las polvorientas tablas del escenario.

—¡Carmen, que estropeas los visones! —le grita un admirador desde la platea.

—¡Barcelona paga! —replica ella con desparpajo.

Se rumorea que, en efecto, Barcelona paga, porque su gobernador desuella las paredes del gobierno civil para contentarla.

En los andamio canturrean los paletas:
Ella es tan buena persona
que de todos es querida
justo es que paguen su vida
las gentes de Barcelona
No por mucho tiempo. Después de la huelga de tranvías y de los desórdenes callejeros, el Gobierno destituye a Baeza Tristeza.

Montserrat Concustell sigue leyendo sobre la mesa de la cocina las octavillas que le entregan en la calle.

«¡Pueblo de Barcelona! la unanimidad que se ha manifestado contra la explotadora Compañía de Tranvías debe repetirse frente al infame sistema político que rige los destinos de España. Por eso la CNT recomienda a todos los trabajadores que secunden con el mayor entusiasmo la huelga general que se declarará el lunes 12 de marzo. ¡Contra la carestía de la vida! ¡Contra el terror falangista!»

Se suceden las protestas ante las fábricas y en la calle. Muchos comercios echan el cierre. Los que se resisten son apedreados por los piquetes. La nota oficial define estas actividades como «reiterados intentos de subversión».

Entra la primavera con sus parterres florecidos en el parque Güell y sus gráciles mariposas, pero el malestar social no remite en la Ciudad Condal. Cinco mil policías llegados de Madrid y Zaragoza refuerzan la plantilla local. Algunas unidades de la Marina atracan en el puerto de Barcelona y desembarcan infantería. Franco reúne al Consejo de Ministros. La prensa se hace eco de la actitud del Gobierno. «Van a atajarse enérgicamente los problemas de abastecimiento.» (El 7 de abril de 1951.)

Franco se olvida definitivamente de la autarquía y accede a que se importen alimentos.

A pesar de estas medidas tardías, el malestar social no remite. A las huelgas de Barcelona suceden en el País Vasco y Navarra, donde incluso muchos requetés conservadores se suman a la protesta. El detonante es un grupo de mujeres airadas que en vista del abusivo precio de los huevos «arremetieron contra el mercado y lo dejaron como las ruinas del Alcázar». Otro niño resulta muerto en la represión. La rebelión se extiende a Estella, Tafalla, Villalba y Sangüesa. Más despidos y más multas.

A Franco no le hacen gracia tantas protestas en el país que creía pacificado. Aprovecha su discurso ante la IV Asamblea de Hermandades de Agricultores y Ganaderos para recordar a los españoles que la huelga es un delito (el 12 de mayo de 1951). Dos semanas después una pastoral colectiva de los obispos alaba la legislación del Régimen.


La Iglesia siempre al lado del que le mantiene los privilegios.

En Madrid multitud de octavillas de inspiración comunista convoca a «una huelga blanca» para el 22 de mayo.

—¿Qué es eso de una huelga blanca?

—Consiste en no hacer uso de los servicios públicos: dejar vacíos los bares, los espectáculos, las oficinas, las salas de fiestas… todo.

—Nosotros abrimos ¿eh? —advierte la Uruguaya [la alcahueta del burdel]—. Aquí no nos metemos en política, que, además, lo nuestro es como las farmacias, que siempre tiene que haber una de guardia aunque las otras cierren.

La policía detiene a cientos de sospechosos. Se advierte a los funcionarios que el día 22 deberán hacer vida normal.

A las octavillas subversivas responden otras gubernamentales: «¡Tú, rojo! Por generosidad, no por blandura, se te ha devuelto al quehacer de la Patria y se te ha perdonado. Pero, ¡ojo!, si no tuviste un arrepentimiento sincero, si sueñas con revanchas y nuevos crímenes, debes saber que la victoria del 18 de julio estamos dispuestos a defenderla como sea. ¡Ten cuidado con lo que hablas y haces! ¡Te vigilamos! El 22, a trabajar. De lo contrario nos veremos en la calle.»

El día designado las calles amanecen patrulladas por la policía y por escuadras falangistas. El ejército permanece acuartelado, dispuesto para intervenir donde sea necesario. No se producen incidentes, pero la huelga triunfa, aunque en menor medida que en Barcelona.

JUAN ESLAVA GALÁN

domingo, 19 de febrero de 2012

CNT contra la reforma laboral

MILES DE PERSONAS SE MANIFIESTAN EN VALLADOLID
CONTRA LA REFORMA LABORAL


La protesta se ha convocado simultáneamente en 57 ciudades españolas

Unas 10.000 personas, según las primeras estimaciones de la Policía, recorren en estos momentos las calles de Valladolid en la protesta contra la reforma laboral aprobada la pasada semana por el Gobierno que se ha convocado en 57 ciudades españolas.

La manifestación ha partido a las 12:20 horas, veinte minutos después de lo previsto, de la Plaza de Colón para continuar por Acera de Recoletos, Miguel Íscar, Duque de la Victoria, Ferrari y desembocar en la Plaza Mayor.

En la plaza de Zorrilla, en la confluencia con la calle Santiago, miembros de CNT que no participaban en la convocatoria oficial de los sindicatos mayoritarios también expresaron su rechazo al decreto del Gobierno, gritando consignas como «nosotros ni pactamos ni callamos» y sosteniendo una pancarta que pedía una huelga general.

Parte de los militantes de CNT con la pancarta

La CNT está hoy en la calle para manifestar su rechazo frontal a la última reforma laboral. Esta reforma es una agresión brutal contra los derechos y las condiciones de vida de todos los trabajadores y trabajadoras. Esta reforma laboral marca un antes y un después para la clase obrera. Sella la pérdida total de todas y cada una de las conquistas sociales obtenidas por los trabajadores que nos precedieron.

No hay más opciones. Debemos señalar y denunciar a los responsables de este expolio a los trabajadores: Gobierno, Patronal y las cúpulas de CCOO y UGT. No hay que olvidar que hace menos de un mes la patronal y estos sindicatos pactaron las bases de esta reforma mediante el «II Acuerdo para el Empleo y la Negociación Colectiva 2012, 2013 y 2014». Es hipócrita que quienes nos llaman a manifestarnos ahora celebrasen públicamente su complicidad en el acuerdo con la patronal del pasado 25 de enero sobre reducción de salarios, descuelgue de convenios, negociación colectiva, movilidad más allá del grupo profesional, flexibilidad, ligar salarios a productividad, prevalencia del convenio de empresas, absentismo,… antesala de esta reforma.

Nos llaman a movilizarnos para defender sus privilegios, siendo el más importante el que el Estado y la patronal les reconozcan una representatividad de los trabajadores que en la práctica no tienen. El precio exigido a CCOO y UGT por este privilegio, y por las subvenciones, liberados, cursos, acciones en empresas, etc., son décadas de desmovilización, «paz social» y venta de derechos.

Una vez más como en anteriores reformas, CCOO y UGT se hacen los sorprendidos y pretenden gestionar los tiempos y formas de la movilización en su propio interés, pues es impensable que a estas alturas desconocieran los detalles de la reforma que ha hecho realidad las reivindicaciones históricas de la patronal.

Sus traiciones, la debilidad actual del movimiento obrero organizado y nuestras propias limitaciones no pueden ser una excusa para no responder al desmantelamiento total de los derechos laborales y sociales que estamos sufriendo. Cada uno de nosotros, trabajadores, precarios, parados… estamos obligados a romper con la pasividad y actuar de inmediato, auto-organizándonos, fortaleciendo organizaciones de lucha efectivas y rompiendo con las organizaciones que nos han abocado a esta situación.

La CNT está convencida de que por duro que resulte para todos nosotros sólo nos queda la vía de la confrontación con los empresarios, a quienes el Estado les hace el trabajo sucio legislando y reprimiendo.

Ante la indefensión absoluta a la que estamos sometidos los trabajadores, la CNT es una herramienta de lucha eficaz no sólo contra cosas tan cotidianas como despido o el impago de tu salario, sino también para enfrentarse a esta crisis que nos impone la Unión Europea y el capitalismo global, y la pérdida de derechos laborales y sociales que nos lleva a la miseria y a la sumisión total.

La respuesta es tomar la calle, rebelarnos, mantenernos en la protesta, dañar sus intereses económicos, romper el cerco mediático, practicar la huelga y el boicot, renunciar al consumismo compulsivo y desprendernos de los valores del Capital.

LOS TRABAJADORES
SOMOS MAYORÍA, SINTÁMONOS FUERTES
SÚMATE A LA LUCHA AQUÍ Y AHORA.
¡¡CAMINENOS JUNTOS HACIA LA HUELGA GENERAL!!

Federación Local de CNT-AIT Valladolid

Acude a nuestras próximas convocatorias contra los recortes sociales y la reforma laboral:


—Viernes 24 de febrero, manifestación a las 20.00 horas, Calle Espíritu Santo (Paseo Zorrilla) — Plaza Fuente Dorada

—Martes 28 de febrero, 12.00 horas, concentración frente a las Cortes de Castilla y León

CNT-AIT, SIN SUBVENCIONES, SIN LIBERADOS

El grueso de la militancia anarcosindicalista
en la cola de la gran manifestación


Mitin final de CNT en plaza de Portugalete

Y lectura del manifiesto del Movimiento 15-M
en plaza de Fuente Dorada


viernes, 17 de febrero de 2012

El 19 de Febrero de 2012... ¡Todos a la calle!



... Por un monumental conjunto de errores sociopolíticos hemos llegado a una situación en que la derecha, esa la Santa Alianza entre la Banca, la Iglesia Católica y las clases verdaderamente acomodadas han perdido el miedo a la mayoría del Pueblo. Esa mayoría compuesta, por definición, por la clase trabajadora (parada, precarizada o jubilada). Una mayoría a la que se ha convencido de que formaba parte de la «clase media» para que olvidase sus orígenes y su doliente e hipotecada realidad de obreros-propietarios de pisitos sobrevalorados.

Esta sociedad que se ha despreocupado del ejercicio de la acción política, abandonándola en las manos de unos profesionales del Cargo Público bastante poco escrupulosos, asiste ahora a su propia destrucción. Un filósofo de la política y de la economía dijo hace mucho tiempo que «Los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla»...

jueves, 16 de febrero de 2012

LUISA MICHEL

por Rudolf Rocker
Extraído de Artistas y rebeldes


Luisa Michel, la heroína de la Comuna de París, la luchadora y la propagandista incansable de la revolución social, ha muerto repentina, inesperadamente. La férrea mano de la Parca detuvo de un modo brusco su vida rica y agitada; el corazón que amaba tan honda y sinceramente y que odiaba con tanta vehemencia ya no late en el frío pecho. Y los labios febriles que fueron capaces de pronunciar tantas palabras entusiastas y rebeldes han enmudecido para siempre.

¡Qué vida magnífica, abundante en detalles dramáticos, en hechos maravillosos y extraordinarios, fue la existencia de la “buena Luisa”! Ha sido toda una novela, mas no una novela vulgar, común, sino un romance escrito con la sangre del corazón de su autora, una novela vivida y sufrida por ella.

El movimiento revolucionario ha dado origen a muchos tipos de mujeres notables, mujeres que merecerán el amor y la admiración de las épocas venideras, pero no ha producido aún y es dudoso que lo ofrezca en el porvenir, una figura semejante a la de Luisa Michel. La “buena Luisa” fue sin duda uno de los personajes más sorprendentes de la época moderna; algunos de sus historiadores la han llamado la Juana de Arco revolucionaria, la moderna Virgen de Orleáns; esta comparación es ciertamente feliz porque se observa en ella el mismo entusiasmo poético e idealista, la fe inquebrantable en la justicia de sus convicciones y el heroico valor que le ha proporcionado fuerzas para soportar todos los peligros y obstáculos de su vida de mártir. Constituía Luisa Michel el verdadero tipo del mártir, pero no del que se ve obligado a serlo en virtud de las circunstancias; había nacido mártir, el martirologio fue para ella una necesidad natural y en la satisfacción de esa necesidad estribó la dicha de su vida, toda su alegría. Juzgaba la vida con un criterio distinto al de sus contemporáneos; lo que era para otros motivo de dolor fue para ella un placer, una satisfacción interior. Este rasgo psicológico de su idiosincrasia lo comprendió perfectamente el editor de sus “Memorias” al decir que si Luisa Michel hubiera vivido 1900 años atrás hubiera sido tratada como los primeros mártires del cristianismo: su cuerpo endeble habría sido destrozado por las bestias en la arena imperial; y si hubiera vivido en la Edad Media habría muerto, sin duda alguna, en la hoguera de la Inquisición.

Esa fe de mártir ha sido la verdadera fuerza interior de la “buena Luisa”, la razón por la cual el cuerpo enclenque no se extinguió antes, aniquilado por los sufrimientos indescriptibles que esa mujer admirable tuvo que padecer en su vida tan fecunda en hechos. Luisa Michel fue feliz, feliz en todo el sentido de la palabra porque su alma jamás fue invadida por el escepticismo suicida del presente; su corazón generoso no se sintió torturado nunca por esos problemas obscuros de la duda que hacen tan difícil e insoportable la vida del hombre moderno. Era dichosa hasta cuando la aquejaban crueles dolores, pues jamás perdió el equilibrio moral de su alma y todos sus pensamientos y acciones giraron siempre en torno del centro de su existencia de mártir: la esperanza absoluta en el triunfo ineluctable de la revolución social y la fe profunda e ilimitada en un porvenir mejor. Esa armonía interior la defendía contra toda duda; era una coraza contra el llamado “dolor universal”, el inmenso mal de la generación contemporánea. ¡El dolor universal! La “buena Luisa” nunca supo lo que era eso. Estando sus actos de acuerdo con sus opiniones ¿por qué había de tener piedad del mundo? ¡El dolor universal! Invención de una época débil, palabra bajo la cual se quiere ocultar la cobardía personal y la servidumbre del alma. Hemos perdido la armonía entre nuestras ideas y nuestras acciones, viven en nuestros corazones dos personajes distintos y nuestro espíritu está dominado por dos pensamientos diferentes. Amamos lo nuevo sin tener el valor de llevarlo a la práctica; odiamos lo viejo, mas nos falta la fuerza de voluntad para romper con el pasado. En una palabra, obramos contrariamente a lo que pensamos y por eso hablamos del “dolor universal”; sentimos compasión del mundo cuando sería mejor que tuviéramos piedad de nosotros mismos…

Luisa Michel no conocía estas debilidades. Cuando abandonó el castillo donde pasara su juventud y entró en el mundo como maestra de escuela estaba imbuida de ideas radicales y anticlericales. Pero esas ideas no estaban de acuerdo con la enseñanza que se impartía en las escuelas de Napoleón III. ¿Qué importaba? Luisa instruye a los chicos conforme a sus convicciones y no como lo exige el gobierno imperial. Refiere a los niños que Napoleón es un criminal, un tirano, un traidor de la República, les enseña cantos revolucionarios y otras cosas. Los pequeños se muestran muy contentos de la extraña maestra, pero el director llega bien pronto a la conclusión de que ella no sirve para el magisterio. Luisa se dirige entonces a París y ante sus ojos se abre un nuevo mundo. Intima con los jefes de la democracia radical, al mismo tiempo que frecuenta las asambleas de la Internacional y los centros clandestinos de los comunistas. Trabaja de día y de noche, olvidando completamente su existencia material y un solo deseo anima su corazón: la ruina del Segundo Imperio. Participa en todas las tentativas revolucionarias contra Napoleón III y cuando el trono imperial cae destruido en la vorágine de la guerra franco-alemana ella es la primera en atacar a la llamada República de Septiembre, la república de la burguesía francesa. Viene después el 18 de Marzo de 1871; la capital sublevada proclama la Comuna. Luisa Michel adquiere fuerzas gigantescas, en la encarnación del temperamento revolucionario, la personificación del entusiasmo rebelde. Es incansable en su actividad. Habla a las multitudes y publica sus artículos fragosos en “Le Cri du Pueple”. Luego viene la catástrofe, el último acto de la Revolución Francesa: la Comuna lucha a vida y muerte contra la reacción combinada del Estado y del Capital. En las barricadas, vistiendo el uniforme de la Guardia Nacional, fúsil en mano, Luisa es herida en el asalto de Port-Ivry y, antes de que la herida se cure, se halla nuevamente en el campo de batalla. Cuida a los heridos, besa los labios agonizantes de los hermanos caídos y lucha en las barricadas. La Comuna cae; en el Pére Lachaise y en el sangriento combate de Sartori mueren sus últimos defensores. Luisa Michel halló en ese momento un refugio seguro. Pero de pronto llega a saber que la reacción se prepara a acusar de sus actos a su madre querida. En vano sus amigos tratan de demostrarle que la noticia es inexacta; Luisa no se deja convencer y se entrega en manos de los verdugos sanguinarios. El 16 de Diciembre de 1871 aparece ante sus jueces pidiendo para sí la muerte. Su actitud ante ese tribunal es heroica; censura en términos apasionados a los asesinos de la Comuna llamándolos perros cobardes y jura que, de ser absuelta, no cesará de sublevar al pueblo contra sus verdugos. El consejo de guerra la condena a reclusión en Nueva Caledonia. Sus parientes se valen de todas sus influencias para libertarla, pero Luisa declara que sólo volverá junto con todos los demás. Durante nueve años arrastró las cadenas del presidio, hasta que finalmente fue puesta en libertad con todos sus compañeros gracias a la amnistía de 1880. El proletariado francés recibió con ruidoso entusiasmo a su “buena Luisa”. Alguno que otro de los comuneros condenados perdió el valor en el encierro, mas Luisa quedó la misma de siempre. En 1882 fue condenada a dos semanas de prisión por ofensas inferidas a la policía y en esa misma época se adhirió a la tendencia anárquica del socialismo.

Al celebrarse en 1883 las grandes manifestaciones de los desocupados, Luisa se hallaba a la cabeza del movimiento. Veía el hambre de sus hijos, los proletariados de París, y sabía que nada podía ser remediado con palabras bonitas. “Vengan, hijos, yo les daré de comer”, dijo a la multitud hambrienta. Y levantando la bandera negra rompió las ventanas de algunas panaderías y carnicerías con el objeto de proveer a los pobres y miserables. Fue condenada a seis años de cárcel, pero salió en libertad por la amnistía de 1886. Ese mismo año fue nuevamente condenada por agravios al gobierno; después la obligaron a abandonar la Francia, pues las autoridades tenían la intención de recluirla en un manicomio. En el transcurso de los muchos años que vivió en Inglaterra escribió algunas novelas y dos pequeñas colecciones de versos. Sus novelas La miseria, Los malditos, La hija del pueblo y sobre todo Los microbios humanos y El nuevo mundo son principalmente descripciones de la miseria del proletariado y acusaciones vehementes contra la sociedad moderna. En ellas se refleja toda la riqueza de su carácter extraordinario, sus sentimientos hondos y nobles por los humildes y explotados y en particular esas relaciones misteriosas, casi místicas, que existían entre ella y las multitudes obreras de París. Antes aun de abandonar a Francia editó el primer tomo de sus Memorias. Su último trabajo de carácter literario fue un excelente libro sobre la Comuna de París.

En los últimos años de su vida fecunda hizo algunas giras de propaganda por toda Francia; se hallaba en Marsella para predicar la idea de la liberación general por medio de la revolución social cuando la muerte interrumpió bruscamente su actividad incansable.

Esta es en pocas palabras la biografía maravillosa de Luisa Michel, heroína y luchadora. Todas sus acciones estuvieron siempre en concordancia con sus ideas. Obedeció en todo momento a la voz de sus sentimientos íntimos y esa voz jamás la traicionó. Fue una figura de una pieza y su corazón ignoró el dualismo desesperante que tan fuertemente domina a la generación actual.

Luisa ha tenido una muerte hermosa. Tres meses antes de su fallecimiento, cuando todo el mundo creyó que moriría irremisiblemente, ella venció, a pesar de todo, su cruel enfermedad. Y hasta tuvo la rara dicha de leer su propia necrología… Vio las lágrimas ardientes de los humildes y explotados del mundo entero para quienes ella había sido siempre la buena Luisa. Y esas lágrimas, ese amor ilimitado y esa veneración de los oprimidos han sido la mayor recompensa que pudo recibir. Era demasiado buena y por eso la muerte le concedió un privilegio especial. Pero su nombre vivirá eternamente en todos los corazones amantes de la libertad.

lunes, 13 de febrero de 2012

Nacionalismos

JOSÉ MARÍA ACOSTA VERA

El País, 14 de julio de 2010


No me gustan los nacionalismos. Tampoco el español.

Es hermoso querer a la tierra que te vio nacer, pero eso no es excluyente con las demás. Los nacionalismos solo han traído conflictos. Junto con las religiones, han sido las causas de todas las guerras desde hace 20 siglos. No te hace mejor haber nacido más allá o más acá de una frontera inventada por los hombres. Qué diferencia a un serbio de un bosnio; qué a un ucraniano de un checheno. Qué soberanía reclaman. Ya no la tiene ni siquiera EE UU, que depende de los mercados y de las grandes multinacionales. Todo es un invento de los políticos, que defienden sus intereses, tantas veces corruptos, movilizando las emociones de gente normal que lo único que quiere es llegar a fin de mes.

Por otra parte, ¿qué es una nación?, ¿qué es una cultura? Cada ciudadano es diferente, y más en un mundo cambiante, lleno de migraciones, con gente de razas distintas, venida de distintos países. Lo único seguro es que quieren vivir en paz y tener trabajo.

Ser nacionalista en el siglo XXI es un contrasentido. Es ir contra los tiempos.

domingo, 12 de febrero de 2012

Gandhi y el nazismo

[En la biografía Gandhi de Heimo Rau, en el capítulo 11, titulado «A las puertas de la independencia», nos pone una muestra del absurdo que podía a llegar el pacifismo del Mahatma. En estos párrafos pone:]

Carta de Gandhi a Hitler del 23 de julio de 1939

Lógicamente durante todos estos años [los de la II Guerra Mundial] Gandhi tampoco había permanecido indiferente frente a los acontecimientos europeos. Ya el 26 de noviembre de 1938 había recomendado a los judíos en su artículo publicado en Harijan que siguieran su ejemplo y pusieran en práctica los métodos de la resistencia pacífica. El filósofo judío Martin Buber, intensamente perturbado, le contestó desde Jerusalén el 24 de febrero de 1939 en estos términos:
«Los judíos son perseguidos, expoliados, torturados, asesinados. Y usted, Mahatma Gandhi, dice que su situación en el país en el que les ocurre esto responde exactamente a la situación de los hindúes en África del Sur en la época en que usted comenzó allí su famosa campaña de la “fuerza de la Verdad” o del “ímpetu espiritual” (satyagraha): allí ocupaban los hindúes la misma posición social, y también allí la persecución tuvo un tinte religioso. También allí había una gran desigualdad de derechos entre blancos y gentes de color, incluidos los asiáticos, y los hindúes estaban relegados a un ghetto; las restantes injusticias son casi semejantes a los que sufren hoy los judíos en Alemania. He leído una y otra vez las frases de su artículo y no he logrado entenderlas. He releído sus discursos y escritos del periodo sudafricano, pese a conocerlos con anterioridad en sus líneas fundamentales, y me he imaginado los padecimientos que usted describe poniendo en juego toda mi atención y fantasía; he hecho lo mismo con los informes de sus amigos y alumnos de esa época, pero en nada me han ayudado a comprender lo que dice de nosotros. En la primera conferencia suya de la que tengo noticia, de 1896, usted mencionó, entre los gritos de ¡fuera!, ¡fuera! de los asistentes, dos acontecimientos especiales como testimonio: que un grupo de europeos incendió una tienda de un pueblo perteneciente a un hindú, y que otros europeos arrojaron cohetes encendidos en el interior de otra tienda de la ciudad. Si comparo todo esto con los miles y miles de comercios judíos destrozados y quemados, quizá responda usted que sólo se trata de una diferencia cuantitativa y que, en el fondo, las acciones son casi del mismo tipo. ¿Qué sabe usted, Mahatma, de la quema de sinagogas y de los rollos de la Torá? ¿No sabe usted que el fuego ha reducido a cenizas sagrados y antiquísimos bienes de la comunidad? Yo no he sabido que los bóers o los ingleses hayan causado daños a un santuario hindú en África del Sur. Pero aún encuentro otro ejemplo citado en su informe: la detención de tres maestros hindúes por no respetar la prohibición de no vagar por las calles después de la nueve de la noche, y más tarde puestos en libertad. Estos son todos los ejemplos que usted aduce. Pero ¿conoce usted, Mahatma, un campo de concentración? ¿Sabe lo que sucede en él, las torturas y métodos de exterminio lento que allí se practican?

»Cabe combatir la irracionalidad de ciertos seres humanos con una actitud efectiva de no violencia porque siempre queda un hálito de esperanza de que, paulatinamente, entren en razón; pero uno no puede enfrentarse mansamente a una diabólica apisonadora que lo barre todo a su paso. Hay ciertas situaciones en las que del satyagraha de la fuerza espiritual no emana un satyagraha de la potencia de la verdad. La palabra “mártir” significa testigo, pero si no existen hombres ¿quién va a dar testimonio?»
Poco después de comenzar la guerra, Gandhi escribió a Hitler, con fecha de 9 de septiembre de 1939, pidiéndole que firmara la paz. Dice en su carta:
«Mis amigos me han impulsado a escribirle en nombre de la Humanidad. Hasta ahora me había resistido porque mi intuición me decía que mi carta sería una impertinencia. Pero en ese momento creo que debo dejar a un lado mis sentimientos y plantearle una cuestión fundamental. Es evidente que actualmente es usted el único ser humano en la Tierra que puede evitar una guerra que convertiría a la Humanidad en un montón de basuras. Si éste es el precio, ¿compensa el pago? ¿No escuchará usted la invitación a la paz de un hombre que, con relativo éxito, ha rechazado el recurso de la violencia tras una cuidadosa reflexión?

»En fin, espero que me perdone si juzga incorrecto mi proceder al escribirle.»
En las navidades de 1941, a medida que la guerra fue adquiriendo proporciones cada vez más terribles, volvió a escribir a Hitler. La carta fue retenida por las autoridades británicas. Sus llamadas a la paz las dirige también a otras potencias beligerantes, a las que reprochaba que combatían a Hitler con sus propios métodos corregidos y aumentados. Su victoria no demostraría que tenían razón, sino únicamente que habían sido más poderosas.

Y Gandhi dijo de Mussolini: «Él es un verdadero superhombre,
alguien inalcanzable. Es el nuevo Mazzini de Europa».

Los judíos de Castro… y de Fraga

Por Ignacio de Llorens


Ha vuelto a ocurrir. Otro de los hermanos Castro ha visitado a Fraga [mayo del 2005]. En esta ocasión ha sido Raúl, que es a Fidel, lo que Beria era a Stalin. No estaba todavía Fidel asentado del todo en el poder en 1959 cuando Raúl organizó en un mes 500 fusilamientos. Che Guevara, más tímido, contribuyó firmando 50 ejecuciones más. «¿Qué tal don Manuel? Hacía rato que no nos veíamos», le dijo Raúl a Fraga el mes pasado. «¡Hombre!..», empezó a responderle don Manuel. Queda evidenciado, una vez más, que Fraga es el más comunista de los políticos españoles, del mismo modo que los Castro son los más franquistas de los políticos latinoamericanos. Cada vez que pueden lo demuestran fehacientemente. El totalitarismo, en sus dos rostros, forma una misma moneda. En una cara los cuatro hermanos Castro que vienen nepóticamente tiranizando al pueblo cubano, en la otra Franco y Fraga. Por encima de supuestos pleitos ideológicos, que ya se ve que no deben ser tales, la hermandad galaica, la unión de todos a través de ese ente religioso, la patria, sea grande o chica, que religa a todos sus hijos.

La relación de los caudillos gallegos viene de lejos. Cuando en 1966 el escritor cubano recientemente fallecido, Guillermo Cabrera Infante, consiguió salir de Cuba, pensó instalarse en Madrid. La España franquista de entonces acogía a buena parte de la colonia de jóvenes escritores latinoamericanos del famoso boom, con García Márquez a la cabeza. Pero el gobierno franquista por boca de su eximio ministro Fraga Iribarne, le negó el asilo y censuró sus libros, que también estaban y están prohibidos en Cuba. A la muerte de Franco el régimen cubano declaró una semana [tres días] de luto nacional, con banderas a media asta, y asusta pensar los homenajes que se darán si fallece alguno de esos rostros de la moneda totalitaria.

La última batalla librada por don Manuel debe haber creado más lazos con la familia de tiranos que someten Cuba. En efecto, Fraga se ha puesto histérico con la ley recién aprobada en virtud, mejor sería decir en vicio, de la cual los homosexuales quedan equiparados en derechos y defectos con los heterosexuales a la hora de casarse. Los «mariconzones» de Fidel pueden casarse en España. Esta «mariconada» de ley ha recibido toda clase de denuestos fragianos que a buen seguro habrán despertado la admiración de los Castro, que como hiciera Hitler en su momento, tienen montado un campo de concentración para homosexuales presidido por un lema que es una versión adaptada del que presidía los campos nazis: «El trabajo os hará Hombres», dicen los campos en Cuba, según nos cuenta Cabrera Infante en su excelente libro compilatorio de sus textos sobre la isla caribeña Mea Cuba. Si es que a unos machotes como los Castro o como Fraga esto de la homosexualidad les enerva. La persecución de los intelectuales homosexuales en Cuba es conocida a través de los casos de Néstor Almendros, el oscarizado fotógrafo hijo de maestros anarquistas catalanes, y los poetas Severo Sarduy o Reinaldo Arenas son los estandartes de la terrible persecución de miles de homosexuales anónimos. Hasta Sartre, que al fin de sus días tuvo algún conato crítico con los regímenes totalitarios de izquierda que había defendido incondicionalmente, reconoció que «Castro no tiene judíos, pero tiene homosexuales». Algunos de estos «judíos» deben formar parte de los 20.000 desaparecidos en el mar o en las entrañas de los tiburones, del mismo modo deben estar incluidos en la población penal, en esos 30.000 prisioneros de las mazmorras castristas. Seguramente Fraga, que aprovecha los encuentros con los Castro para, entre otras cosas, interceder por la libertad de presos cubanos descendientes de gallegos, debe poner como condición que no figure en el paquete liberado ningún «mariconzón». Es sabido que Castro trafica con presos. Presos a cambio de medidas favorables al régimen. Los políticos occidentales que quieren hacer méritos humanitarios para sus votantes se llevan algunos presos liberados a cambio de declaraciones y acuerdos con Castro. Así premia Castro a los gobernantes amigos. Cabrera Infante nos lo recuerda: «Castro ha regalado presos políticos al reverendo Jackson y hasta a Manuel Fraga, que no tiene sotana aunque fue sacerdote laico en el altar de Franco. Ahora el Papa [se refiere Cabrera al viaje de Woytila a Cuba] también pide presos. Antes, cuando llegaba un viajero eminente a Cuba, como Churchill, se le regalaba puros de marca. Ahora se le regala seres humanos. Algo habremos ganado cuando a estos desafectos no les espera la hoguera para hacerlos cigarros humanos». Pero a los homosexuales Castro sólo se los regala a los yanquis, junto con rateros y demás «escoria», nunca le haría la jugarreta de regalárselos a un buen amigo como Fraga, porque además en España ahora los «mariconzones» pueden casarse y adoptar niños que pueden ser hasta… cubanos.

Fidel Castro y su amigo gallego.

Los trabajadores internacionalistas

[Extracto de un texto «¡Nuestra patria es el Mundo!»: El internacionalismo obrero contra la guerra chileno-argentina (Santiago, 1898-1902) del licenciado de Historia chileno Víctor M. Muñoz Cortés]

El internacionalismo obrero establece que la solidaridad de la clase trabajadora sin distinción de naciones es la condición básica «para el establecimiento de la paz, libertad e igualdad». Cualquier situación que enturbiase aquella solidaridad, como la guerra, debía ser atacada. Concebido el Estado como una entidad burguesa sostenida para oprimir al Pueblo se creía que cualquier conflicto generado a nivel gubernamental tenía como único objetivo saciar los intereses de toda índole de las clases dirigentes. Para nadie era secreto que los pobres serían los que más sufrirían las consecuencias de una contienda bélica. Los obreros chilenos que reprocharon la hipotética guerra con la Argentina unieron constantemente sus discursos anti-belicistas con los principios internacionalistas.

El internacionalismo obrero nació prácticamente al mismo tiempo en que se empezaba a teorizar el ideal socialista. Desde todas las esferas ideológicas social-revolucionarias del siglo XIX se planteó que una de las mayores armas para derrotar al capitalismo sería la unidad internacional proletaria. El teórico y luchador anarquista Mijaíl Bakunin, declaró:

«Si hay algún medio de salvación para él (proletariado), este debe estar en el establecimiento y la organización de la solidaridad práctica mas estrecha entre los proletarios de todo el mundo, prescindiendo de industrias y países, en su lucha contra la explotación burguesa.»

Eliseo Reclus, también anarquista continúa:

«Nosotros nos sentimos hermanos de todos los seres de la Tierra, lo mismo de los americanos que de los europeos; así de los africanos, como de los asiáticos y australianos; empleamos el mismo lenguaje para reivindicar los mismos intereses.»

Los marxistas o «socialistas de Estado» compartían similar idea. Simbólico ejemplo a este caso es el conocido final del Manifiesto Comunista:

«Los proletarios con ella (la revolución), no tienen nada que perder, como no sea sus cadenas. Tienen, en cambio, un mundo entero que ganar. ¡Proletarios del mundo, uníos!»

Sin embargo, anarquistas y socialistas de Estado discrepaban en el sentido táctico del internacionalismo: mientras el anarquismo, al ser enemigo del Estado, reconocía la lucha contra cualquiera de ellos, para los segundos el conflicto social era local antes que internacional. Si bien para los marxistas la lucha era supra-nacional en su esencia,

«el movimiento obrero era nacional en su forma, en el sentido de que los trabajadores tenían que "arreglar sus cuentas" con su propia burguesía. Además, como la clase trabajadora en cada país debía conquistar el poder político, necesariamente tenía que actuar como una clase nacional.»

Los ácratas desprecian la conquista del poder político (gubernamental) y por lo mismo no puede haber coincidencia en este punto con los marxistas. Aun así, en los inicios del siglo XX chileno, el internacionalismo como ideal «importado» desde Europa tenía su propia fuerza y significado. Más que en materia estratégico-política se definía en contraposición a la guerra y por lo mismo no podía ser un factor de división entre tendencias. Los años de crudas luchas y descalificaciones entre las diversas corrientes socialistas —entre anarquistas, marxistas y comunistas social-demócratas principalmente— aun no llegaban. De esta forma los «internacionalistas chilenos» provinieron en su mayoría de la clase trabajadora socialista sin mayores distinciones «ideológicas». Anarquistas, marxistas, socialistas independientes y algunos grupos «socializados» del Partido Demócrata abrazaron y se encargaron la tarea de difundir esta nueva causa entre las capas más sufridas y desfavorecidas del orden social de entonces.