jueves, 22 de diciembre de 2011

Iglesia y anticlericalismo en los procesos revolucionarios del siglo XX en España


Por JULIO REYERO
Grupo Anarquista ALBATROS (FAI)

INTRODUCCIÓN

Durante la visita de Joseph Ratzinger el año 2010 a Compostela y Barcelona pudimos escuchar su protesta por la tensión antirreligiosa y cómo fue capaz de comparar la situación actual con los años 30 del siglo pasado. En el mismo sentido, la Asociación Estatal de Abogados Cristianos (AEAC) ha dirigido a las Naciones Unidas (nada menos) una denuncia con 150 supuestos casos de persecución religiosa en España, sucedidos en los últimos meses. El victimismo ha sido y sigue siendo una constante en la forma vaticana de hacer proselitismo. Ejercitarse continuamente como verdugos no les impide cargar su propaganda con las palabras paz y tolerancia. La hipocresía siempre ha sido su fuerte, y el caso que nos ocupa no es diferente.

Al igual que hoy, en los años precedentes y durante el conflicto que dio lugar a la revolución social de 1936, la Iglesia católica mantuvo alzada la mano izquierda pidiendo paz y respeto, mientras con la derecha asestaba puñaladas mortales a la clase trabajadora.

Las principales acusaciones formuladas fueron las de ataques y muerte de sus ministros, falta por tanto de libertad religiosa, sacrilegios y destrucción de arte (no sólo religioso). Al mismo tiempo y con el mismo ahínco repitieron incansablemente que buscaban la paz. Veamos que hay de cierto en la protesta y cuál fue el panorama que desencadenó el conflicto.


PERSECUCIÓN RELIGIOSA E IDEOLÓGICA


Desde que Constantino, emperador de Roma, declara la religión cristiana tolerada y Teodosio la hace oficial allá por el siglo IV, no han dejado de perseguir y eliminar toda discrepancia bajo el nombre de herejía. Arrianos, donatianos, iconoclastas, eutiquianistas, dulcinistas, monofisitas, nestorianos, priscilianistas, valdenses y cátaros, luteranos, calvinistas, etc., probaron el fuego purificador o la espada guiada por el «dulce nombre de María». Algunos de estos, para ser justos, no se comportaron mucho mejor con los católicos a quienes veían igualmente como heréticos. En definitiva, no parece que la Iglesia sea la más indicada para hablar de libertad religiosa.

Pero además, cuando fuera de la religión (por supuesto) se empiezan a tener ideas que rompen con la tradición de que el poder absoluto emana de Dios, siendo trasladado a los hombres, los sacerdotes vuelven a clamar al cielo. Es así como muestran feroz oposición a cualquier idea procedente de la Ilustración a partir de las revoluciones americana y francesa de tipo burgués. Su defensa de la monarquía absoluta es bien conocida con aquel «vivan las cadenas» con que ensalzaron el fatídico retorno de Fernando VII y la represión posterior en España. Su intransigencia lo ejemplifica perfectamente el hecho de que se negasen en las sesiones de las Cortes de Cádiz a que se incluyese la libertad religiosa en la Constitución popularmente conocida como «la Pepa».

Si a alguien le queda alguna duda al respecto conviene que se dirija directamente a la encíclica Quanta Cura (que no versa sobre la abundancia de sacerdotes, como a primera vista pudiera parecer) publicada el 8 de diciembre de 1864 por Pío IX. En ella se encuentran declaraciones clarificadoras de su posición como las siguientes:

«Opiniones falsas y perversas, que tanto más se han de detestar cuanto que tienden a impedir y aun suprimir el poder saludable que hasta el final de los siglos debe ejercer libremente la Iglesia católica por institución y mandato de su divino Fundador, así sobre los hombres en particular como sobre las naciones, pueblos y gobernantes supremos; errores que tratan, igualmente, de destruir la unión y la mutua concordia entre el Sacerdocio y el Imperio, que siempre fue tan provechosa así a la Iglesia como al mismo Estado.»

«[...] no dudan en consagrar aquella opinión errónea, en extremo perniciosa a la Iglesia católica y a la salud de las almas, llamada por Gregorio XVI [...] locura, esto es, que “la libertad de conciencias y de cultos es un derecho propio de cada hombre, que todo Estado bien constituido debe proclamar y garantizar como ley fundamental, y que los ciudadanos tienen derecho a la plena libertad de manifestar sus ideas con la máxima publicidad —ya de palabra, ya por escrito, ya en otro modo cualquiera—, sin que autoridad civil ni eclesiástica alguna puedan reprimirla en ninguna forma”. Al sostener afirmación tan temeraria no piensan ni consideran que con ello predican la libertad de perdición, y que, si se da plena libertad para la disputa de los hombres, nunca faltará quien se atreva a resistir a la Verdad, confiado en la locuacidad de la sabiduría humana, pero Nuestro Señor Jesucristo mismo enseña cómo la fe y la prudencia cristiana han de evitar esta vanidad tan dañosa».

Dicha encíclica contiene además el Syllabus Errorum, un listado de los 80 principales errores de la modernidad, resumidos en los cuatro puntos siguientes:

1—. Proposiciones de la 1 a la 18: condena los errores relativos a la fe: panteísmo, naturalismo, racionalismo tanto absoluto como mitigado, indiferentismo, incompatibilidad entre la fe y la razón, etc. También incluye la proposición 22 que condena el no sometimiento de la inteligencia al magisterio de la Iglesia.

2—. Proposiciones de la 19 a la 55: son las relativas a la naturaleza de la Iglesia, del Estado y las relaciones entre ambos. Se subraya la libertad de la Iglesia, la subordinación del Estado a la moral y la existencia de derechos naturales anteriores al Estado e independientes del mismo. Condena la separación entre la Iglesia y el Estado.

3—. Proposiciones de la 56 a la 74: son las relativas a la ética. Prestan especial atención al matrimonio, pero también a la moral laica, al utilitarismo (tesis 58) y la separación sacramento-contrato.

4—. Proposiciones de la 75 a la 80: afirman que la religión católica debe ser la religión de Estado y condenan la libertad de culto, pensamiento, imprenta y conciencia. Destaca la tesis que afirma que el Romano Pontífice no puede conciliarse con el progreso, el liberalismo y la cultura moderna.

Siempre hay que recordar que el autor de tales palabras es el mismo que se consideró infalible, conservándose como dogma a partir de entonces.

Es evidente que la situación de la época les preocupaba, sobre todo viendo el avance de las ideas socialistas y los intentos revolucionarios que se estaban sucediendo en toda Europa. Temeroso de ello, el papa León XIII promulga en 1891 otra encíclica que conviene conocer, la Rerum novarum («de las cosas nuevas»), donde tras dar un barniz de preocupación por la «situación de los obreros» hace una defensa a ultranza de la propiedad privada y por tanto del status quo. Vergonzosamente la llamada «primera encíclica social», contiene declaraciones como estas:

«Al pretender los socialistas que los bienes de los particulares pasen a la comunidad, agravan la condición de los obreros, pues, quitándoles el derecho a disponer libremente de su salario, les arrebatan toda esperanza de poder mejorar su situación económica y obtener mayores provechos.»

«[…] por ser el hombre el único animal dotado de inteligencia, hay que concederle necesariamente la facultad, no sólo de usar las cosas presentes, como los demás animales, sino de poseerlas también con derecho estable y perpetuo».

«Se halla en la misma ley natural el fundamento y razón de la división de bienes y de la propiedad privada».


DEFENDIENDO EL MONOPOLIO EDUCATIVO


De modo quizá más virulento aún se enfrentaron a la libertad educativa. Considerando el ejercicio del magisterio como un monopolio, en los primeros años del siglo XX y ante las experiencias de escuelas laicas que comenzaban a aparecer, hablaban en estos términos:

«Por mucho conocimiento que en las escuelas laicas pudiesen adquirir, los niños saldrían de ellas en la condición de monstruos, porque monstruo en verdad es un hombre desprendido de Dios que ni le conoce, ni le ama, ni le obedece, ni le sirve. De ese hombre hay que temerlo todo; hasta las acciones más abominables y los más horrendos crímenes. Defienden las escuelas laicas todos aquellos que quieren sacudirse el yugo del decálogo para entregarse a los arrebatos de sus pasiones.» (Declaración del obispo de Barcelona, Urquinaona, a principios del siglo XX.)

No fue extraño que unos años más tarde atizaran desde los púlpitos en favor de la ejecución de Francisco Ferrer, fundador de la Escuela Moderna, bajo la falsa acusación de ser el instigador de la revuelta conocida posteriormente como la Semana Trágica.


¿FUE LA SEMANA TRÁGICA UNA PERSECUCIÓN RELIGIOSA?

Y es que este suceso causó verdadera conmoción a las autoridades tanto civiles como eclesiásticas. Pretenden hacerlo pasar por una oleada de sacrilegios, quema de Iglesias y conventos sin sentido, pero no se entendería nada, si no se explica que la revuelta comenzó con la oposición a la leva forzosa de reservistas para reprimir una revuelta en la guerra colonial asesina que se estaba desarrollando en el norte de África (lo que hoy es Marruecos) y donde morían casi exclusivamente jóvenes de la clase trabajadora (como siempre en las guerras) a cientos de miles para proteger con las armas los beneficios de los capitalistas. La Iglesia, en su línea histórica, defendía el status quo en el que un 40 por 100 de la población era analfabeta (el 60 por 100 en los barrios obreros), recibía del Estado 20 millones de pesetas anuales, controlaba casi un tercio del capital en España (según la patronal catalana en 1912), y numerosos bancos, industrias y negocios les pertenecían directa o indirectamente. Sólo en Barcelona había 348 conventos. Monopolizaban la educación, la sanidad y pagaban peor a los trabajadores que los patronos laicos.

Lo que no suelen decir tampoco es que todo el fervor anticlerical que impulsó a quemar edificios religiosos (80 además de otros 32 edificios civiles, ayuntamientos, registros, bancos, etc.) se aplicó también en proteger a curas, frailes y monjas, por considerarlos abducidos. Tal es así que en toda esa ola de «caos» de 4 días sólo murieron 3 religiosos, uno de ellos de infarto.

Por contra más de 70 personas murieron por disparos de la policía, el ejército y los francotiradores. Más de 500 resultaron heridos. Se detuvo a 2.500 personas y se ejecutó posteriormente a otros cinco, incluido un hombre con una afección mental cuyo tremendo delito fue bailar con los restos de una religiosa muerta y enterrada hacía años, no víctima de ninguna violencia. Sin embargo, pocas veces hablan de los sucesos de 1835 donde sí hubo una verdadera matanza de religiosos y quema de conventos, como el de San José, mucho más extensa y enmarcada en la pugna entre liberales y carlistas. Pero claro, el poder actual dice mirarse en el espejo de aquel liberalismo.


LA ANTESALA DE LA REVOLUCIÓN (1931-1934)


Ya en 1931 una carta pastoral promonárquica del obispo Gomá (posteriormente cardenal) desató las iras del pueblo y se produjeron varios incendios en Madrid, Andalucía y Valencia. La propia CNT en Málaga, publicó un manifiesto pacificador. Tras la insurrección de Asturias en 1934 se produjeron hechos similares. La Cámara Santa de la Catedral fue dinamitada, y diversos conventos en Langreo, Gijón, Oviedo y otras localidades fueron quemados. El total de edificios religiosos destruidos asciende a cincuenta y ocho, según la mayoría de las fuentes, y fueron asesinados treinta y cuatro religiosos. Si cualquiera acude a Wikipedia encontrará un artículo bastante tendencioso pero con estos datos, en el que se llegan a comparar los sucesos con las persecuciones del Imperio Romano, nada menos. En otros afirman que esto justifica de sobra el alzamiento franquista.

No redundaremos en el apoyo de la Iglesia a los terratenientes, industriales y nobles de la época y el lugar, y en su participación activa en la represión de cualquier intento de obtener algo de justicia social. Lo que llama poderosamente la atención es que haya gente que escriba artículos sobre el «gravísimo ataque a los conventos y sus 34 mártires», en un conflicto en el que murieron entre 1.500 y 2.000 personas (además de los 34 religiosos, se citan 320 muertos entre guardias civiles, guardias de asalto y militares). Solamente entre el 20 y el 21 de octubre se detuvo a 24 personas (entre ellas a un chaval de 16 años por ser hijo de un revolucionario) a quienes se trasladó en un camión y ejecutó tres días más tarde en mitad de la noche con bayonetas y rematados por disparos de pistola por parte de la Guardia Civil. Fueron arrojados a una fosa común. Otros casos de torturas han sido documentados por el hallazgo de los cadáveres, también en fosas comunes, con evidentes muestras de estas prácticas. Se ha llegado a encontrar un cadáver con el cráneo hundido por un trozo de carril que apareció en el mismo lugar del enterramiento. Hubo casi 3.000 heridos y un número indeterminado de torturados y asesinados en los calabozos. Entre 15.000 y 30.000 personas fueron sometidas a juicio en toda España. No existen datos mucho más precisos por la fuerte censura establecida por el Gobierno en torno al tema. Sí se sabe que las prisiones y centros de detención en muchos casos fueron también edificios religiosos, como fue el caso del convento de las Adoratrices en Oviedo y otros en Sama y Ciaño. También el colegio de monjas de La Oscura. En definitiva, las dimensiones de la tragedia hacen ver como hipócrita a quienes ponen el acento únicamente en la muerte de 34 personas, por el hecho de pertenecer a una confesión religiosa.


SOCIEDAD ANTICLERICAL O CLERICALISMO ANTISOCIAL


De la beligerancia hacia la institución eclesiástica por su acumulación de bienes materiales ya hemos dicho algo. A raíz de los procesos revolucionarios de carácter burgués en Francia e Italia de finales del siglo XVIII y todo el XIX, España fue el centro de recepción de las órdenes religiosas exiliadas, con lo que su número aumentó enormemente.

Quienes llevaban por entonces la voz cantante en el catolicismo eran los jesuitas, destinados a relacionarse con las clases poderosas, y por tanto con el dinero. Sus inversiones en España les reportaron no sólo cuantiosos dividendos sino también influencia política. A pesar de las desamortizaciones de Mendizábal y Madoz (de 1820 a 1841 y 1855), en el año 1912, Joaquín Aguilera, secretario de la patronal catalana Fomento del Trabajo, afirmaba que los jesuitas controlaban “sin exageración, un tercio de la riqueza capitalizada de España”. La Iglesia poseía ferrocarriles, minas, fábricas, Bancos, compañías navieras, plantaciones de naranjos, así como plantaciones de cacao esclavistas en Guinea (Gustau Nerín, Un guardia civil en la selva). Gerald Brennan, de quien extraigo algunos datos (El laberinto español), niega su condición de inmenso terrateniente, pero afirma su estrecha relación con éstos y con los grandes industriales de quienes obtenían limosnas para sus colegios y misiones, y a quienes debían por tanto gratitud. La Iglesia mantenía también el monopolio de la educación y prácticamente de la sanidad, con sus 10.000 frailes y 40.000 monjas (cifra récord doblando la época de Teresa de Ávila). Los decretos republicanos para reducir el número de órdenes religiosas, expulsar a los jesuitas de nuevo, prohibirles la enseñanza, legalizar el divorcio, e instaurar los matrimonios y enterramientos civiles, enervaron de tal manera al clero que inmediatamente alzaron las voces en favor de la monarquía y los viejos privilegiados, preparando el momento de apoyar la insurrección armada que dio lugar al conflicto bélico. En la primavera de 1936 Remigio Gandásegui, arzobispo de Valladolid, le envió al general Andrés Saliquet (miembro de la Junta y uno de los principales conspiradores) un cheque de 5.000 pesetas. Comenzado el conflicto, en el mes de octubre de 1936, Gomá le entregó a Franco 32.000 libras esterlinas procedentes de una colecta en Irlanda para «restaurar las iglesias devastadas».

No hace falta ser muy listo para imaginar el destino del dinero.

Muchas veces nos centramos sin darnos cuenta únicamente en causas locales, pero por entonces la prensa obrera y los compañeros de otros lugares de Europa daban cuenta de lo que estaba sucediendo, sobre todo en Italia y Alemania. El ascenso del fascismo allí fue facilitado por la Iglesia retirando sus partidos democristianos de la pugna electoral para concentrar las fuerzas del voto de los católicos en el fascismo. Las discrepancias que tuvieron con esos regímenes en torno a la educación o con la financiación del Estado a la Iglesia no pueden borrar de nuestra memoria esa maniobra de retirar la competencia política para facilitar el ascenso de Hitler y Mussolini, el fervor con que apoyaron espiritual y materialmente (con dinero y armas) la campaña asesina en Abisinia (Etiopía), la ocupación del espacio en el oeste de Alemania o el Anschluss o anexión de Austria al Imperio nazi, ambas acciones prohibidas por el Tratado de Versalles.

Todo esto situaba a la Iglesia católica claramente en la barricada opuesta al movimiento libertario y al resto de socialistas que se quitasen la venda de los ojos. Su posición en los conflictos anteriores, su defensa a ultranza de la sociedad de clases y de la propiedad privada, su condena de cualquier atisbo de libertad, o su apoyo al fascismo internacional no podían generar ninguna sensación de neutralidad en los trabajadores, y así fue.


GUERRA Y REVOLUCIÓN


Allí donde a partir del 19 de julio se tuvo el control de la situación sometiendo a las tropas franquistas, desaparecieron las manifestaciones religiosas de la vida social.

Evidentemente los anarquistas habían teorizado sobre la abolición de la religión durante décadas y por ser algo superfluo no tuvieron que dedicar esfuerzo alguno a convencer a la población sobre ese tema. Más bien al contrario, el ateísmo había sido comprendido mayoritariamente y el tiempo dedicado a rezar en otras épocas servía para las tareas verdaderamente productivas. Los edificios religiosos, lejos de ser destruidos de manera sistemática como se suele decir, fueron utilizados como centros de abastos, hospitales, escuelas, auditorios, fácil de entender por su acústica y lo fresquito que se debía estar en aquel largo y cálido verano. Esto es algo que llegan a reconocer los propios obispos en su «Carta colectiva», de la que hablaremos a continuación.

No hubo traumas en la adaptación a la nueva situación en este sentido y con carácter general. La desafección religiosa venía siendo creciente prácticamente desde la revolución de «la Gloriosa» que desembocó en la I República. En Valladolid las procesiones de Semana Santa habían desaparecido prácticamente por la falta de asistencia, y tuvo que aplicarse concienzudamente un personaje llamado Gandásegui (con una placa en una Iglesia de la localidad por esta tarea) para conseguir revitalizar esa tradición. En muchos lugares no bautizaban a los niños y los grupos ideológicos que cuestionaban la moral en publicaciones y conferencias no hacían más que crecer y ganar influencia (muchos de ellos anarquistas).

Así que con este panorama no fue de extrañar que desde el primer día (por no decir desde su preparación mucho antes) la Iglesia se subió al carro de la sublevación de los generales, siendo consciente de que se trataba de una guerra social y su moral también estaba en juego. Pla y Deniel, cardenal primado de Toledo, denomina a la guerra «Cruzada contra los hijos de Caín». Pero si hay un hecho que rubrica su abrazo a los criminales fascistas es la titulada «Carta colectiva de los obispos españoles a los obispos de todo el mundo con motivo de la guerra en España». Firmada por todos los prelados, salvo por los de Menorca, Tarragona y Vitoria que se excusaron, es un documento de 15 páginas en el que pretenden contrarrestar la mala prensa que el bando franquista, y por tanto la Iglesia española, tienen incluso entre los medios católicos internacionales. Se hinchan a hablar de paz, pero no pueden evitar ciertas debilidades:

«[...] es tal la condición humana y tal el orden de la Providencia [...] que siendo la guerra uno de los azotes más tremendos de la humanidad, es a veces el remedio heroico, único, para centrar las cosas en el quicio de la justicia y volverlas al reinado de la paz. Por esto la Iglesia, aún siendo hija del Príncipe de la Paz, bendice los emblemas de la guerra, ha fundado las Órdenes Militares y ha organizado Cruzadas contra los enemigos de la fe

«Por esto se produjo en el alma una reacción de tipo religioso, correspondiente a la acción nihilista y destructora de los sin-Dios. Y España quedó dividida en dos grandes bandos militantes; [...]

»La guerra es, pues, como un plebiscito armado.»

Establecen claramente la justificación de la guerra y las posturas ideológicas aunque de una forma maniquea. El anarquismo aparece constantemente cuando ponen algún ejemplo práctico (da una idea de su fortaleza) pero en general hablan de comunismo y ligan todo a la URSS:

«Este odio a la religión y a las tradiciones patrias [...], llegó de Rusia, exportado por orientales de espíritu perverso. En descargo de tantas víctimas, alucinadas por “doctrinas de demonios”, digamos que al morir, sancionados por la ley, nuestros comunistas se han reconciliado en su inmensa mayoría con el Dios de sus padres.»

Además de apoyar incondicionalmente al fascismo queda claro el mecanismo de la propaganda: por un lado la defensa de la religión de su destrucción, y por otro el sentimiento nacional. El mal viene siempre de fuera.

No merece la pena extenderse demasiado en un documento que pone los pelos de punta a cualquiera que conozca mínimamente lo que pasó. Lo único que se puede decir de él es que es una de las muestras de hipocresía y cinismo más grandes que nos ha regalado la curia. Eso sí, después de justificar la represión, negar los asesinatos masivos, las fosas comunes y los campos de concentración, repite en las últimas cinco líneas la palabra paz tres veces.


FÁBRICA DE MÁRTIRES


A todas luces los prelados de la época engordan la cifra de mártires incluyendo a todos aquellos muertos que profesan la religión católica, es decir, a prácticamente todos los combatientes del bando nacional. Hoy en día, las fuentes conservadoras, hablan en general de unos 6.800 religiosos asesinados. Y aunque la cifra es ciertamente elevada (alrededor de un 10 por 100), hay que tener en cuenta que en las diócesis de Ávila y Burgos les tuvieron que llamar la atención por su «desmedida disposición para el sacrificio» (La Iglesia de Franco, Julián Casanova). A los obispos no les importaba que hubiera curas guerreros en los frentes, pero no veían con buenos ojos que se colocaran directamente etiquetas «políticas». El párroco de Hormaza (Burgos) se había «ofrecido» a Falange Española desde el primer día de la sublevación, «y en su doble calidad de soldado y ministro del Señor, acudió después allí donde el deber le llamaba», esto es, al frente de guerra. Este belicoso sacerdote se había incorporado, según El Diario de Burgos del 18 de agosto a «la innumerable falange de mártires de la cruzada».

Hubo una verdadera legión de capellanes enrolados en los carlistas y falangistas. También a otros muchos dudosamente se les puede calificar de mártires cuando, por ejemplo, desde las Escuelas Pías, en el madrileño barrio de Lavapiés, disparaban contra la multitud. Son casos que ya por acción, ya por omisión (escondiendo armas o colaborando como quinta columna) se repiten por toda la zona republicana.

Se deja caer con demasiada frecuencia hoy en día que esta violencia era obra de los anarquistas y que las fuerzas en el gobierno de la República no podían contenerla. En realidad, desde todas las organizaciones políticas y sindicales se hicieron llamamientos para que nadie se tomase la justicia por su mano. Se hizo incluso bajo amenaza de muerte, y la CNT no fue una excepción. Pero cualquier comparación de las organizaciones de entonces con las de ahora y de su militancia y conciencia es ridícula. Por poner un ejemplo, el Ayuntamiento de Barruelo de Santullán (Palencia) fue destruido junto con su archivo en los sucesos revolucionarios de 1934 atribuyéndose este hecho a las Juventudes Socialistas.


DESTRUCCIÓN DE OBJETOS SAGRADOS Y ARTÍSTICOS


De igual forma mucha gente de muy diversa condición destruyó objetos de culto que consideraban inservibles, se rió de la solemnidad de los mitos cristianos y denunció los enterramientos secretos (también de fetos) dentro de los templos, conventos y monasterios. Hay que recordar que el daño por sacrilegio solamente está en la cabeza de quien tiene la creencia, porque a los restos de un muerto, poco daño se le puede hacer. Jugar al fútbol con el cráneo del obispo Torras puede ser una falta de respeto, pero desde luego es totalmente desproporcionado castigarlo con la muerte como defienden los obispos en su Carta. También se apunta como crimen imperdonable el fusilamiento simbólico de una estatua de escaso valor artístico y que hoy incumpliría a todas luces la Ley de Ordenación Urbana más permisiva, como es el Cristo del Cerro de los Ángeles en Madrid, que inmediatamente fue restaurado y convertido en centro de peregrinación religiosa como desagravio.

También aparece en la Carta colectiva al mismo nivel de horror que la muerte de sacerdotes un caso en que un miliciano disparó contra un Sagrario lleno de hostias consagradas diciendo: «Tenía jurado vengarme de ti». En realidad es curioso que la descripción de los asesinatos les ocupen escasas 20 líneas y dediquen un folio entero a la destrucción de objetos de arte y de culto. Da una idea del intento de engordar la gravedad y mienten con descaro a la menor oportunidad. Por ejemplo diciendo que se han expoliado las colecciones del Museo del Prado, que hoy sabemos que fueron protegidas de los bombardeos de la aviación franquista. De igual modo hablan de la voladura del arco romano de Bará en Tarragona, algo completamente falso, puesto que no sólo el arco está en pie sin problema alguno, sino que toda la información que existe sobre él no refleja ninguna destrucción y reconstrucción posterior. Solamente se habla de restauraciones, la última de ellas precisamente en 1936 para apartar la carretera y conservarlo mejor. También se cita el Palacio de Liria como «torpemente expoliado», cuando se debería decir que fue destruido casi por completo (quedaron sólo sus muros exteriores) gracias a la aviación franquista, que hizo impactar varios proyectiles originando un incendio imposible de atajar. Por fortuna, los milicianos salvaron de la destrucción numerosas obras de arte de incalculable valor, hecho que los obispos también pasan por alto.

Se atribuyó también a la Columna Durruti la quema de la catedral de Lérida, y todavía hay quien lo saca en la prensa de forma bastante desagradable (Segre y La Mañana de Lérida). Pero la Columna Durruti no estaba en Lérida el 25 de agosto, porque pasó por allí el 24 de julio según Jesús Arnal Pena (el cura al que se conoce como secretario de Durruti, aunque según él mismo sólo era escribiente de la Columna) y en esos momentos se encontraba en Bujaraloz. Él mismo relata que incluso los autores fueron después llamados por Durruti y castigados «con el máximo rigor» (El Corto Verano de la Anarquía de Hans Magnus Ezenberger). El acto a veces se atribuye a determinados miembros de la Columna García Oliver o a los Aguiluchos integrados en ella, pero tampoco coinciden las fechas. Lo que sí reseñan varias fuentes es la oposición de la CNT leridana a la destrucción del patrimonio religioso de la ciudad.

En definitiva, al margen de la propaganda, una mirada en detalle da la sensación de que ese «furor revolucionario iconoclasta» del anarquismo de la revolución que nos pintan a menudo, se comportó en general con mucho más sentido común del que nunca han tenido los poderosos.


EL BANDO NACIONAL


¿Pero qué dicen los obispos en la Carta de la actitud del bando nacional? Nada. O mejor dicho, que es un ejemplo su administración de la justicia y la paz que reina en los territorios que controla. No sabemos si esta rectitud es la que demostraba Queipo de Llano en sus alocuciones en Unión Radio de Sevilla:

«Nuestros valientes legionarios y Regulares han enseñado a los cobardes de los rojos lo que significa ser hombre. Y, de paso, también a las mujeres. Después de todo, estas comunistas y anarquistas se lo merecen, ¿no han estado jugando al amor libre? Ahora por lo menos sabrán lo que son hombres de verdad y no milicianos maricas. No se van a librar por mucho que forcejeen y pataleen.»

Es curioso que mientras sus generales salvadores decían esto, los obispos se quejaban en su Carta de que «[...] No se ha respetado el pudor de la mujer, ni aun la consagrada a Dios por sus votos», refiriéndose en exclusiva a la zona «roja», claro está.

«Estamos decididos a aplicar la ley con firmeza inexorable: ¡Morón, Utrera, Puente Genil, Castro del Río, id preparando sepulturas! Yo os autorizo a matar como a un perro a cualquiera que se atreva a ejercer coacción ante vosotros; que si lo hiciereis así, quedaréis exentos de toda responsabilidad. Al Arahal fue enviada una columna formada por elementos del Tercio y de Regulares, que han hecho allí una razzia espantosa.»

En agradecimiento a sus acciones, fieles y dignas de estos discursos, Queipo de Llano fue enterrado con honores en la basílica de La Macarena de esta ciudad envuelto en el manto de cofrade, aunque últimamente se han encargado de lavar un poco la imagen haciendo desaparecer su condición de militar golpista. Ejemplos de sus acciones, que según los obispos honran a estos hombres, fue ametrallar con aviación y artillería marítima la columna de refugiados civiles que huían de Málaga hasta ocasionar más de 3.000 muertos, cifra macabra que se repite al hablar de los que fueron asesinados en Sevilla. En Triana los legionarios formaron con cadáveres una cruz gigantesca para demostrar su devoción, y Rigoberto Doménech, arzobispo de Zaragoza donde se asesinó a más de 7.000 personas, realizó unas declaraciones reconociendo y justificando los hechos en agosto mismo del 36 en los términos siguientes: «La violencia no se hace en servicio de la anarquía, sino lícitamente en beneficio del Orden, la Patria y la Religión».

Pero el conflicto no acabó el año 39 como nos hacen creer. Más de 50.000 personas fueron asesinadas en los 10 años siguientes, muchos de ellos por delaciones e informes de sacerdotes y monjas.


CONCLUSIÓN


— La Iglesia ha sido y sigue siendo uno de los pilares básicos que sostiene un sistema de poder injusto y criminal.

— Para darse cuenta de esto no ha hecho falta mucha propaganda, ya que el pueblo lo ha podido ver y sufrir desde que la Iglesia puso el pie en España de múltiples maneras, con la Inquisición, la represión posterior a la llamada Guerra de la Independencia, las guerras carlistas, la guerra civil y la dictadura franquista.

— Concretamente en el periodo analizado queda patente que nunca hubo una planificación sistemática de destrucción de todo elemento religioso o de eliminación de sus miembros. Diferente es el hecho de abolir su práctica pública.

— Los muertos a los que llaman mártires, sin justificar la muerte de nadie en términos generales, son relativamente normales para un conflicto de estas dimensiones y en el que tomaron parte hasta mancharse, como exhortaba el poeta aunque refiriéndose a otras posiciones ideológicas.

— Se podría continuar añadiendo muchas cosas más de la actuación del clero, como la dirección de las cárceles y campos de trabajos forzados, el robo de niños, el traspaso a sus manos del Auxilio Social creado por la Falange, pero la extensión sería excesiva y el motivo de este trabajo creemos que ha quedado más que cumplido:

Entender el porqué del rechazo a la religión en las conciencias revolucionarias y su combate cuando estalla el conflicto.


BIBLIOGRAFÍA:
Si los Curas y Frailes supieran, Javier Figuero.
La Iglesia de Franco, Julián Casanova.
El Laberinto Español, Gerald Brennan.
El Corto Verano de la Anarquía, Hans Magnus Enzensberger.
El Catolicismo Explicado a las Ovejas, Juan Eslava Galán.
La Política de los Papas en el Siglo XX, Karlheinz Deschner.

domingo, 18 de diciembre de 2011

Sobre el patriotismo

Por JULIÁN VADILLO

Estamos viviendo en aras de una sociedad donde todo parece superado y donde, al parecer, los hombres han llegado al culmen de los pensamientos. Pero este «culmen» de que se jactan muchos individuos no es puro, porque dentro de él aún anidan sentimientos desafortunados que han conducido a la humanidad a desastres inimaginables.

En consonancia con lo anterior aún seguimos oyendo palabras como nacionalismo, patriotismo, sentimientos tradicionalistas, etc. Estas defensas tan enconadas, en cualquiera de sus circunstancias, significan radicalmente la negación del individuo y de su más preciado honor, el libre albedrío y pensamientos del ser humano. Quién podría imaginar que, ya en el siglo XXI, esos pensamientos de la edad de las cavernas seguirían vivos y acrecentando su fuerza.

España ha sido un país que perfectamente ha ejemplificado hasta qué punto el patriotismo y el nacionalismo nos han conducido a la más aberrantes situación. Y aún asistimos a esa amalgama de sentimientos absurdos. El último congreso de los conservadores en España hace una defensa del patriotismo constitucional, haciendo ver que todo lo que se saliera de esas directrices pretendía destruir el espíritu españolista. Igualmente sigue viviendo los absurdos regionalismo y foralismo, simplificación al máximo de determinadas regiones en defensa de lo que es legítimamente suyo. Pero ambos parten de los principios erróneos de estratificación, sectoralizacion, desigualdad, frontera, etc. Lo que aquí parece que está tan alejado de lo que nos ofrecen los poderes fácticos, es una misma doctrina que peca de los mismos hechos, pero que pretende objetivos diferentes, pero ambos basados en la desigualdad y en ver conceptos abstractos por encima de las realidades humanas.

Igualmente se vuelve a tener una conciencia histórica escasa, con esa absurda idea del olvido, que en nuestra sociedad ha penetrado profundamente. El nacionalismo y el patriotismo en España han provocado millones de muertos y esto es debido a que ha incrustado dentro del ser humano la fatalidad del odio y de la exclusión, y de sólo ver la fuerza como único medio para imponer sus criterios. Y esto es hasta obvio, puesto que la única manera de que triunfe la sinrazón es mediante la imposición. Nos olvidamos muy pronto de los muertos del franquismo, muertos por la llamada «cruzada nacional». Personas cuyo único deseo era la libertad murieron por el capricho de otras que se empeñaban en negarla.

Si lo extrapolamos al ámbito mundial, por el mismo criterio Alemania quedó literalmente destrozada por el nacionalismo y el patriotismo, igual que Italia, Rusia, Turquía, Francia, etc. La lista sería interminable, pues por todos los rincones del mundo han surgido esos odios basados en principios falsos.

Desgraciadamente hoy todavía no se ha superado esto, y el olvido antes referido hace que esta idea arraigue como algo lógico y natural. El defender ciertos particularismos dentro de un ámbito folclórico es comprensible, pues es la costumbre de los pueblos. Pero el hacer de todo esto una bandera política y enfilarlo en odio contra otros es lo que no se debe hacer. La defensa de la bandera y el himno como algo vital, por encima de la conciencia de las gentes, es el mayor atentando al que se ha enfrentado la historia de la humanidad.

Ante toda la sinrazón y la locura nacionalista y patriótica, que aglutina a un determinado numero de gente, debemos anteponer un pensamiento cosmopolita, internacionalista, universalista. Lo anterior conduce inevitablemente al racismo, pero la mentalidad internacional mira más allá de cualquier concepción abstracta. Nosotros somos anarquistas, y también tenemos nuestra bandera: roja y negra. Pero esto no está circunscrito a un determinado ambiente sino que es una bandera universalista y por lo tanto no provoca una lucha fratricida. También como internacionalistas tenemos nuestro himno, el que Emile Pouget compusiera tras la Comuna de 1871, «La Internacional», himno de los trabajadores, de los alienados, de los explotados del mundo, de los que no se resignan a esa mentalidad cerrada y parceladora. Aun así, nosotros no anteponemos ninguna bandera ni himno a lo que son las aspiraciones del pueblo, pero el pueblo entendido sin distinción nacional, por encima de estereotipos patrióticos. El individuo es la parte fundamental de todo y con una cabeza libre y despejada podremos acabar por fin con las desigualdades que genera lo patriótico o nacional. El patriotismo y el nacionalismo son el último refugio de los cobardes.


sábado, 17 de diciembre de 2011

Centenario de la muerte de Rafael Barrett

Nacido en España, Rafael Barrett tal vez sea un desconocido en su tierra natal mientras que en América, que lo acogió, su memoria está presente entre los que cultivan el ideal internacionalista y libertario que no cree en fronteras ni gobiernos.

N.A.
Organización Obrera, 33 (Enero-Febrero/2010)
FORA-AIT


Nacido en Torrelavega (España) el 7 de enero de 1876, Rafael Barrett era de origen aristocrático, sabemos que a los 26 años emigró a América del sur y recayó en Buenos Aires, de Argentina viaja a Paraguay, donde por fin encuentra su lugar en el mundo. Allí nace en Barrett un hombre nuevo, Se implica decididamente en la denuncia de la injusticia social, se aproxima al anarquismo al que adhiere desde una perspectiva personal. Es apresado y desterrado primero al Matto Grosso brasileño y finalmente a Montevideo. En Uruguay conecta enseguida con las vanguardias intelectuales uruguayas. Pero la tuberculosis le aprisiona y regresa al Paraguay en cuanto los caudillos de turno se lo permiten. Viaja a Europa en un intento desesperado de curación. Muere en Arcachón con 34 años, el día 17 de diciembre de 1910.

La obra de Rafael Barrett es en general poco conocida. Corta como su propia vida, se publicó casi íntegramente en periódicos de Paraguay, Uruguay y Argentina. Hoy es estudiado y hasta se le rindieron homenajes en su ciudad natal, reconocimiento que él mismo nunca buscó, ya que se caracterizó más por su denuncia feroz de la injusticia social que por alquilar su pluma a las acomodadas conciencias burguesas de la época. Se dedica al periodismo como una forma de subsistencia y de manifestación de su conciencia crítica. En Buenos aires trabajó para el diario El Correo Español y es por esa época donde empieza a ver la realidad social y a percibir las profundas contradicciones que estremecían a una sociedad fundada en la miseria humana. De esa primer época es su articulo «Buenos Aires», que tan crudamente relata la miseria de la gran metrópoli próxima a su primer centenario, y termina el articulo diciendo: «¡También América! Sentí la infamia de la especie en mis entrañas. Sentí la ira implacable subir a mis sienes, morder mis brazos. Sentí que la única manera de ser bueno es ser feroz, que el incendio y la matanza son la verdad, que hay que mudar la sangre de los odres podridos. Comprendí, en aquel instante, la grandeza del gesto anarquista, y admiré el júbilo magnífico con que la dinamita atruena y raja el vil hormiguero humano.»

Expulsado de Argentina, se refugió en Asunción, donde no cesará su brutal denuncia y su lucha por la redención social, con su conocida obra Lo que son los yerbales, Será allí donde manifestará su profesión de fe anarquista «Anarquista, dice, es el que cree posible vivir sin el principio de autoridad». Como es esencial al pensamiento libertario, Barrett abomina al Estado en su doble faceta de opresor y explotador, y expresa la complementariedad de esas dos funciones en una frase de contundente sincretismo: El Estado roba con una mano y degüella con la otra. Con la publicación de la serie de artículos «Lo que son los yerbales paraguayos», en los que revela la explotación esclavista de los mensús por las empresas yerbateras, Barrett se enfrenta a poderosos intereses económicos y políticos. Se le comienzan a cerrar las páginas de los diarios en los que publicaba y comienza también a sentir el progresivo rechazo de la intelectualidad local, lo que le conduce a un penoso aislamiento, al no encontrar un núcleo suficientemente amplio de población ajena a eso grupos que pudiera suplir el rechazo de sus interlocutores naturales. Como amargamente confiesa, «la costumbre de pensar a todas horas tiene algo de vicio bochornoso ante el común de las gentes, y me ha convertido en un ser inútil, a veces nocivo, odiado, despreciado».

En el Paraguay se casa con una joven de la aristocracia asuncena (que abandonó por él su lugar en la alta sociedad), y nace su único hijo Alex Barrett. En esta tierra guaraní Barrett se organiza y pronuncia conferencias a los obreros paraguayos, lucha con ellos, funda la revista Germinal, y es desterrado (dejando a su mujer y su hijo) al Brasil. Ahí pasa a Montevideo, donde se rodea del ambiente intelectual y libertario que por entonces empapa la capital Uruguaya. Allí se quedará sólo cuatro meses y decidirá volver al Paraguay, para ese entonces la enfermedad que mina su organismo lo ira reduciendo hasta ser físicamente «un fantasma de si mismo», desesperado parte hacia Francia buscando un tratamiento contra la tuberculosis. Allí finalmente el 17 de diciembre su vida se extingue, mas no su palabra, fundida en la sangre y en la conciencia de la humanidad oprimida.

CNT, 384 (Diciembre 2011)

sábado, 10 de diciembre de 2011

Amigos de la patria ¡Enemigos del pueblo! (y II)

Por Juan Armada

Las fuentes doctrinales originarias del nacionalismo se reducen a dos grandes modelos: uno, el liberal y, otro, el naturalista. El primero tiene su génesis en las corrientes representadas por Hobbes, Locke, Montesquieu y Rousseau, que culminan en la Revolución Francesa.

Esta doctrina formula la idea de nación como contraposición al poder político de la monarquía absoluta. La reivindicación de protagonismo político para el Tercer Estado, especialmente parar la burguesía, trae consigo un concepto de nación como «un cuerpo de asociados que viven bajo una ley común y representados por la misma legislatura» (Sièyes). En esta definición está encerrada toda la carga liberal y revolucionaria de este nuevo concepto de nación: sólo dejando de ser súbditos y convirtiéndose todos en ciudadanos, se puede lograr una legislatura común para todos, nacida del ejercicio de la voluntad política de los ciudadanos. Estamos ante un concepto liberal, racionalista, utilitarista, individualista y, sobre todo, jurídico de nación. Según este concepto de nación, España sería una nación.

La corriente naturalista del nacionalismo se basa en la idea de comunidad de cultura. Su argumentación está elaborada básicamente por dos filósofos alemanes: Herder y Fichte. Esa corriente nacionalista surge como una reacción, en un momento histórico y político, a las ideas de la Ilustración y a las ideas positivistas de las que beben todas las escuelas del socialismo en el siglo XIX (anarquismo, entre otras).

Estas ideas ilustradas, basadas en el cosmopolitismo, en el racionalismo, y básicamente en la concepción de todo ser humano como un fin en sí mismo y nunca como un medio, lo que podríamos llamar «dignidad humana»; se les opone, por estas corrientes románticas, una concepción naturalista de la nación, en la cual el pueblo sería una entidad metafísica superior a los individuos, que estaría definida por una cultura, idioma, historia, religión y costumbre, manifestación todo ello del volksgeist (espíritu del pueblo), de la que no puede renegar el individuo y a la que debe someterse.

A esta visión naturalista de la nación de Herder, Fichte, en un contexto en el que Alemania estaba ocupada por Napoleón, le añade la necesidad de construir una organización política, un Estado, que promocione y oponga esta identidad a la de otro Estado-nación. Esta es la ideología que da forma a todos los nacionalismos recalcitrantes de hoy en día. Según este concepto de nación, España sería un Estado que absorbe a varias naciones.

Tanto en los procesos de creación de sentimientos nacionales en los Estados consolidados, como en los propios movimientos nacionalistas que aspiran a dotar a su comunidad de un Estado, se van a dar una serie de trazos comunes que carecen del mínimo rigor científico, pues los hechos demuestran lo contrario: 1) la humanidad se halla dividida naturalmente en naciones, 2) cada nación tiene su carácter particular, 3) el origen de todo poder político es la nación, 4) para su libertad y autorrealización, los hombres deben identificarse con una nación, 5) las naciones sólo pueden realizarse en sus propios Estados, 6) la lealtad a la nación es anterior a las demás lealtades, 7) la condición primaria de libertad y armonía global es el fortalecimiento de la nación y su cultura. Por eso, la 1ª Internacional, muy acertadamente, califica al nacionalismo como la religión del Estado moderno.

Para fomentar este sentimiento de identidad cultural y territorial, los nacionalistas capitalizan, haciendo, sobre todo, un uso instrumental del idioma para dividir, enfrentar y fomentar identidades territoriales homogéneas y contrapuestas. Consecuentemente, todas las escuelas del socialismo presentes en la 1ª Internacional se dedican a propagar lo contrario, en base a un concepto del hombre distinto: una sola naturaleza humana dividida en clases, castas, amos y esclavos, desorganizada en Estados.

Desde un punto de vista anarquista, ninguna organización libertaria puede fomentar el uso de un idioma para estos fines. Ni la CNT, ni ninguna organización libertaria tienen, ni han tenido nunca como cometido, combatir el idioma castellano en Galicia, País Vasco o Cataluña. Porque los signos de identidad que se fomentan en el anarquismo son contrapuestos al nacionalismo.

El anarquismo no tiene por objetivo exaltar valores tradicionales, ni idiomas, ni territorios, ni culturas supuestamente ancestrales ¡porque sí! Los nacionalistas precisamente hacen una exaltación de identidades imaginariamente puras y ancestrales, para justificar una estructura política en un territorio que en un futuro puedan regentar.

Si en su día los anarquistas se dotaron del esperanto para hacer del idioma, nada más, que un instrumento de comunicación y no un instrumento para hacer política de reinos taifas; y la CNT cuando era poderosa no rendía pleitesía a las campañas lingüísticas para «hacer patria», se debe a que los anarquistas de antaño, desde luego, de tontos no tenían ni un pelo…

Desde el punto de vista biológico, el género humano es una entidad identitaria en sí misma, porque aun sobreviviendo solamente una tribu de África como los «kikuyu», prácticamente el 100% el material genético de la especie humana estaría salvado. Desde el punto de vista de los derechos, nadie tiene un mayor o menor derecho por nacer en un lugar determinado, o ser de una raza, sexo o por hablar un idioma. Desde un punto de vista cultural, no existen territorios ni idiomas culturalmente homogéneos y puros desde tiempos inmemorables, porque la endogamia ya desapareció antes de Marco Polo, afortunadamente. Es más, esas señas culturales de identidad nacional, son parte integrante del control y división social organizado en Estados que combate el anarquismo. Por tanto, el anarquismo es partidario de la justicia social y del avance cultural y no de la perpetuación de tradiciones y fronteras.

Los idiomas, tradiciones, costumbres, territorios, etc. no tienen derechos sobre las personas; los derechos los tenemos las personas sobre los idiomas, costumbres, territorios, etc. para cambiarlos, anularlos o redefinir nuestra relación con ellos... Como así ha sucedido a lo largo de la historia de la humanidad y también ha hecho el movimiento libertario, apoyando un idioma internacional y estableciendo en el municipio libre (y no en la provincia, región, país, etc.), el territorio donde es posible autogestionar socialmente nuestras vidas en democracia directa, porque es el territorio donde uno vive y se relaciona. Las federaciones de productores de la futura sociedad libre, no tiene por objetivo reeditar fronteras, banderas, idiomas o identidades nacionales, sino garantizar y coordinar la economía de esos municipios libres, tendiendo a la mayor autonomía.

Pero es más: ¡el anarquismo es una cultura en sí mismo! Partiendo de las ideas ilustradas y positivistas, los anarquistas decimonónicos construyen una forma de vivir y un programa social de futuro, de PROGRESO.

Los avances científicos durante finales del siglo XIX en las ciencias de la salud y en las ciencias naturales, en la ingeniería, el urbanismo, en las ciencias de la educación y en otras ciencias sociales, se conjugaron con la filosofía libertaria dando lugar a nuevas formas de relacionarse, de vivir, de sentir, de pensar: La alimentación, la higiene y la salud, el nudismo, el esperanto, la familia, la escuela racionalista, la naturaleza, la ciudad-jardín… construyeron una cultura libertaria hoy en desuso, que no se afinca en tradiciones, religiones y costumbres históricas, que no tienen nada de revolucionarias, ni de populares.

La mediocridad de la militancia libertaria de hoy en día, y la llegada de oportunistas a un movimiento débil ya desde la segunda mitad del siglo XX, son los responsables de los múltiples disparates que se han dicho (y se dicen), y de la imagen patética que ofrece el movimiento libertario, al ser incapaces de recoger el bagaje cultural, el buen saber hacer y los VALORES que nos legaron nuestros compañeros.

A un anarquista de antaño, le suena a disparate la martingala del anarcoindependentismo, o que la CNT de una región haga campaña a favor de un idioma, para combatir a otro idioma, realzando así una supuesta frontera imaginaria para reclamarle al territorio de al lado supuestos agravios históricos.

¿Acaso ese conflicto entre paletos centralistas y paletos periféricos requiere de nuestra atención para posicionarnos del lado de alguno de los dos? El conflicto freudiano que plantea el nacionalismo no tiene cabida en el movimiento libertario. Si en Galicia, País Vasco y Cataluña hoy se hablan dos idiomas, mayoritariamente, nosotros no debemos tomar por bandera que se hable uno sólo, o impidiendo en nuestra propaganda el uso de alguno de los dos, en base a supuestos derechos territoriales históricos; porque el discurso anarquista es un ideal incardinado en el terreno de la ética, de la libertad, de los derechos y deberes positivos del hombre, del momento actual, que se puedan transponer a una nueva sociedad futura; y no en la obediencia y exaltación de tradiciones y folclore demodé e idiomas que «hacen patria». El anarquismo no fomenta el orgullo nacional, sino que promueve una nueva comunidad plenamente humana, portadora de nuevos valores.

Las personas no somos un instrumento al servicio de alguien o de algo, impuesto, superior y ajeno a nuestra decisión, a nuestra realidad presente, que es de la que brotan nuestras raíces. El discurso de identidades culturales puras y enfrentadas desde tiempos inmemorables de las que nos tenemos que sentir orgullosos, es radicalmente contrario a lo libertario, además de rotundamente falso y pueril. ¿Quién diseña esas identidades? ¿Aportan algo positivo? Acaso, ¿verdaderamente existieron?

Entrando en la guerra de idiomas a favor de los «centralistas» o de los «periféricos», entramos en la guerra de identidades territoriales imaginarias y, por tanto, estamos siendo fagocitados por un ideario político que no tiene nada que ver con nuestra identidad libertaria, donde la dignidad humana ocupa el vértice y no un territorio históricamente diseñado (o que se quiere diseñar) por poderes fácticos. Si hoy se hablan dos idiomas en Galicia, País Vasco y Cataluña, es algo que no tiene mayor relevancia para la inmensa mayoría de las personas que convivimos con ellos. Y el que quiera dársela en el movimiento libertario, es que busca otra cosa, diga lo que diga…

Mi familia es la humanidad y mi patria es el mundo… no es una frase romántica, es un programa de futuro, y yo no pienso dar marcha atrás para encontrar en el pasado una supuesta edad de oro o de pureza perdida de la que hablaba, pero en la cual no creía, J.J. Rousseau.

CNT, 350 (noviembre 2008)

Amigos de la patria ¡Enemigos del pueblo! (I)

Por Juan Armada

Todos los 25 de julio, tiene lugar en la Comunidad Autónoma gallega la celebración del día de Galicia; para otros, con más énfasis: día de la patria. Para los católicos: día de Santiago apóstol.

En ese día, la tribu galleguista aprovecha para tratar de convencer a los despistados (que son muchos y en todos los lados), de lo buenos que eran los prohombres nacionalistas de principios de siglo XX, de lo malos que son los madrileños, castellanos y andaluces, de lo maravillosa que es la gente nacida en Galicia… de lo mal que nos encontramos por culpa de los españoles, etc.

Los galleguistas, desde que han llegado al poder en la Xunta de Galicia, no paran de privatizar servicios para entregárselos a sus camaradas de partido y financiar los chiringuitos de sus acólitos (eso mismo que criticaban del gallego de Fraga cuando estaban en la oposición). De paso, realizan su política cultural nacionalista de crear señas de identidad, para que nadie sospeche que lo que hay detrás del asunto del nacionalismo es una cuestión de poder, de virreinatos, de dinero.

Para ello nada mejor que promover una red de escuelas exclusivamente en idioma gallego («galescolas») en las cuales, en un principio, querían que todos los niños aprendiesen el himno de Galicia y supiesen de carrerilla vida, obra y milagros de los santones de la tribu galleguista, con el objetivo de «hacer patria».

Desde luego, a estas alturas de la historia, causa pavor comprobar lo fácilmente manipulable que es el género humano, y la falta absoluta de memoria histórica. Desde luego que por medios para acceder a la información no será, pues el que quiera saber, hoy más que nunca, puede hacerlo.

Para que podáis comprobar cómo el nacionalismo gallego construyó una imagen idealizada y totalmente falsa, respecto de sus figuras más estelares de principios de siglo XX (los políticos Alfonso Rodríguez Castelao y Alejandro Bóveda), y como capitalizó la memoria histórica de todos los movimientos sociales por medio de editoriales y escritores de partido que se han dedicado a falsear y manipular la historia de Galicia, me voy a limitar a rescatar de dos periódicos de los años treinta, el papelón que jugaron en contra de la clase trabajadora estos santones a los que los nacionalistas de Galicia elevan a categoría de mártires de la liberación nacional. Y para ello, me voy a servir del periódico de la CNT de la Regional de Galicia de los años treinta del siglo pasado, titulado Solidaridad Obrera, y del periódico dirigido por Portela Valladares El Pueblo Gallego.

Así, si buscamos en El Pueblo Gallego, del día miércoles, 17 de octubre de 1934, en su página 11, aparece Rodríguez Castelao en medio de una lista de prohombres de Pontevedra, aportando dinero para homenajear a la fuerza pública por su actuación en la Revolución de Asturias de ese mismo año, que como sabe todo el mundo, en su represión destacó otro gallego que acabaría gobernando este país con mano de hierro y sangre durante 40 años. En esta suscripción pública, realizada a nivel nacional, está representada toda la «gente guapa» de España.

Pero lo que podría ser un manchón para algunos (para otros un error disculpable), se transforma en manía persecutoria hacia la clase trabajadora cuando ojeamos el Solidaridad Obrera de la CNT de Galicia en la fecha de sábado, 25 de marzo de 1933, en el que en un recuadro titulado «Lo que los trabajadores de Galicia no deben olvidar», aparecen los nombres de 5 diputados en Cortes (llamados hombres-vientre por el editor) del Partido Galleguista, que habían votado a favor de la cuestión de confianza planteada por Azaña, a raíz de la represión brutal llevada a cabo en Casas Viejas. Sus nombres son: Otero Pedrayo, Villar Ponte, González López, Suárez Picallo y Rodríguez Castelao.

Este es el Castelao que nunca conocerán los niños en las «galescolas». El Castelao que es saboteado en sus mítines por militantes de la CNT, como recoge lo sucedido en un mitin celebrado en la provincia de Pontevedra, este mismo periódico CNT el 24 de julio de 1933, donde fue tildado de: «¡eres como los demás!, ¡eres como todos los políticos, farsante!, ¡jesuita!, ¡hablas que hay que traer paños de Inglaterra, pero asististe a un banquete con Maciá, pagado por los fabricantes textiles catalanes!, votaste la confianza a Azaña y en favor de los jesuitas». Todo esto y mucho más tuvo que escuchar el masoquista Castelao. ¡Pobrecillo! Él que creía que todos ignorábamos sus «debilidades» y traiciones. ¡Qué desengaño llevó!. Como podéis comprobar, la hemeroteca confederal da para mucho…

Le toca ahora el turno de aparecer en escena al otro prohombre galleguista, elevado a figura legendaria «da Galiza». Por supuesto, me estoy refiriendo a Alejandro Bóveda, Inspector y jefe de Hacienda (cobrador de impuestos «de Madrid, que explota a Galiza» como dirían los nacionalistas), fundador de la Caja de Ahorros de Pontevedra y miembro de la Coral Polifónica de Pontevedra («gente guapa»)… resulta que ahora es el buque insigne «del día de Galicia mártir» (17 de agosto, día en que fue asesinado por los fascistas), día en el que los galleguistas capitalizan la masacre que tuvo lugar en Galicia durante y después de la guerra civil, personificándola en este político.

Tienen tan poco respeto a la verdad y a los muertos, que se atreven a afirmar que los asesinados en Galicia en 1936 lo fueron por el Estatuto de Autonomía y las ansias de autogobierno. Y todo ello, ¡bajo la bandera gallega con la estrella roja del marxismo!… ¡Qué asco me da tanta manipulación!

Sólo en el ayuntamiento de La Coruña se asesinaron a más de 150 miembros de la CNT en los primeros años de la represión, frente a los sesenta y pocos miembros de la tribu galleguista en toda Galicia.

Así se escribe la historia, así se educa a los niños, así se manipula a los adolescentes. Si tienes empresarios, catedráticos sinvergüenzas, corifeos de puño y letra, librerías, periódicos y revistas subvencionadas, y Organismos de la Administración copados por tus hombres-vientre, siempre se hablará bien de ti. Si no tienes dinero y no pasas por debajo de la mesa, te pasará lo que a la CNT.

CNT, 349 (octubre 2008)

viernes, 9 de diciembre de 2011

¿Nacional-anarquismo o neo-racismo? Eduardo Rózsa o la obsesión del separatismo étnico

Pablo Stefanoni
Semanario Pulso (Bolivia)


[¿Hay alguien que todavía cree que la nueva "moda" de mezclar nacionalismo y anarquismo ha surgido por generación espontánea? Pues si alguien se lo cree que lea el siguiente artículo. Especialmente dedicado a nuestros amigos los "anarcoindependentistas".]

Volvamos a ser pueblos naturales, sociedades primitivas, salvajes... ¡Salud y Anarquía!
(Die Nationen, Peter Töpfer - Nationale Anarchie)


Desde su trágico final, en medio de una alocada aventura subversiva, fueron varios los artículos que abordaron las estrambóticas apuestas ideológicas de Eduardo Rózsa Flores, cuya personalidad parece un libreto escrito para despistar a los investigadores: judío comunista convertido primero al Opus Dei y más tarde al Islam, un islámico antinorteamericano, antisionista y propalestino que busca desestabilizar a Evo Morales cuando en el mundo árabe y en Irán el presidente boliviano es parte de los iconos tercermundistas a defender, y un largo etcétera. Con todo, pasó casi desapercibida la activa adhesión de Rózsa a una variopinta tendencia denominada “nacional-anarquismo”, una conjunción de palabras que la lingüística llamaría oxímoron: dos términos de significado opuesto que buscan generar un nuevo sentido, del tipo “silencio atronador” o “revolución tranquila”... es claro que el anarquismo es internacionalista y cosmopolita por antonomasia, y el nacionalismo suele ser antianarquista y estatalista.

No obstante, basta incluir el término nacional-anarquismo en el Google para ingresar a decenas de blogs, en múltiples idiomas, sobre esta suerte de subcultura que nació en Inglaterra y se expandió por Europa, que rechaza la globalización capitalista y el mundo moderno, defiende la ecología, y busca prepararse física y espiritualmente para el fin del orden social (desastre ecológico incluido) en comunidades étnicamente puras o “autonomías perfectas”.




Hace una década la revista anarquista
Amor y Rabia
ya denunció a este
siniestro personaje que
aparece
en la portada del nº 59.



Rózsa fue animador de estas ideas en Hungría, donde –afecto a la red– creo el blog http://national-anarchism.blogspot.com/. “Es la identidad la que salvará a los pueblos de la esclavitud del capital”, señala uno de los manifiestos en el que se promueve una vuelta a los núcleos “nacionales” originarios y esenciales –por eso el movimiento también es conocido como anarcoidentitario: “La pérdida de los signos de identidad del individuo no es un hecho neutro, es en realidad un proceso que busca convertirlo en un sujeto absolutamente dependiente del Capitalismo y sus formas. Su identidad vendrá marcada por las modas, la tribu urbana a la que se pertenezca, el tipo de música que se prefiera, las marcas que se lleven o cualquier otro aspecto superficial propio de una sociedad de consumo”, dice un párrafo de un manifiesto de 2005 que podría despistar a algún militante antiglobalización algo desprevenido acerca de los usos múltiples de las políticas de la identidad y la búsqueda de los orígenes. Es más, Troy Southgate –considerado el ideólogo del nacional anarquismo europeo- afirma que “la lucha del futuro será entre la centralización y la descentralización, entre el poder central y la periferia”. “(La vuelta a la comunidad) es realmente una vía alternativa y también revolucionaria, porque el Sistema y el Capitalismo nos quieren en grandes urbes, llenas de fuerzas del orden, control extremo, con vidas y modos de pensar uniformados, como un rebaño bien concentrado y rodeado de cámaras de vigilancia. La emancipación, en la actualidad, ya no puede ser únicamente mental, ésta tiene que ser también física, vital”, agrega un texto colgado en el blog de Rózsa Flores, llamado “La solución comunal, una vía alternativa”.

Etnodiferencialismo y mixofobia

No obstante, pese a su apariencia “progresista” en aspectos como la defensa de la ecología o su rechazo a la deshumanización que conlleva la moderna sociedad capitalista industrial, y a la autodefinición del nacional-anarquismo como “nacionalismo antiautoritario”, antiestatal y étnico-cultural, esta corriente que articula toda una subcultura muy diversa e incluso contradictoria es heredera de la denominada “tercera posición” o “revolución nacional”. Es decir, una evolución de extrema derecha británica –el Frente Nacional– que intentó despegarse parcialmente del nazismo y el fascismo clásicos, a los que consideró, con bastante sensatez, demasiado burocráticos, estatalistas y autoritarios.

En 1998 Southgate fundó la Facción Nacional Revolucionaria, que él describe como “una dura organización revolucionaria basada en una estructura celular subterránea similar a la utilizada por el Movimiento de Resistencia Islámico (Hamas) y el IRA irlandés”. La NRF (por su sigla en inglés) también impulsaba un movimiento de camping y senderismo rural conocido como la fraternidad de los Camisas Verdes, bajo la influencia de Corneliu Codreanu, un ultranacionalista y antisemita fundador de la Guardia de Hierro rumana. Los Camisas Verdes realizaban ceremonias con antorchas y distribuían pequeñas bolsas de tierra.

Así, el “autonomismo” o etnodiferencialismo los llevó a propiciar alianzas con el nacionalismo negro de la Nation of Islam de Louis Farrakhan, reivindicar la separación de Gran Bretaña por nacionalidades –lo que los acercó al IRA irlandés- y a simpatizar con el modelo de descentralización popular impulsado por Muamar El Kadafi en Libia.

El racismo activo original derivó en la defensa de la “coexistencia pacífica” de las razas… aunque cada una en su lugar, e incluso a elogiar a Nelson Mandela. “Consideramos que el mestizaje a gran escala es una amenaza grave que pone en peligro la diversidad del género humano, uniformándolo poco a poco, de la misma forma que la caza o la contaminación amenazan al mundo animal y al medio ambiente”, sostienen en un panfleto titulado “El nacional-anarquismo. 17 cuestiones frecuentemente planteadas”. Al mismo tiempo, hay quienes tienden puentes con el Nacional-bolchevismo ruso –con la intención de fortalecer un bloque euroasiático y antinorteamericano entre Europa y Rusia- y luchar contra el liberalismo y el cosmopolitismo.


Emblema del nacional-anarquismo


El llamado “nacional-anarquismo” fue un paso más: comenzaron a profundizar su posición antiestatal, a teorizar sobre el “fin de la civilización”, criticar furibundamente a la modernidad y a reivindicar la descentralización radical, para lo cual escarbaron en los textos de los teóricos anarquistas Bakunin y Proudhon, y ecologistas como el estadounidense Murray Bookchin; no obstante mantienen –como recuerda Southgate– sus opiniones sobre “la separación racial” o “mixofobia” (el rechazo a la mezcla de razas –no ciertamente de ideologías en este infame popurrí posmoderno) y la autodeterminación de todos, en palabras del líder del nacional-anarquismo francés Hans Cany, quien rechaza estar promoviendo cualquier tipo de apartheid y se opone a la colaboración del nacional-anarquismo con grupos neonazis o con el Islam radical. Como señala Guillaume Faye –recuerda Southgate– “(...) este sistema, esta civilización, que es la erradicación de la identidad de los pueblos de Asia, África, Europa y las Américas tiene un nombre: se llama civilización occidental”. Y es, ciertamente, el enemigo a combatir.


Ya con esta nueva cara, los nacional-anarquistas se lanzaron a una suerte de entrismo en organizaciones ecologistas, movimientos de liberación animal, círculos medievalistas, tradicionalistas radicales y movilizaciones anticapitalistas, donde chocan con la activa oposición de los anarquistas “de verdad” y casi toda la izquierda. Incluso, ciertas variantes del nacional-anarquismo han derivado en movimientos neo-paganos y subculturas musicales juveniles. Southgate abandonó el catolicismo por una suerte de misticismo abarcador de varias religiones tipo teosófico, que incorpora retazos de creencias católicas, gnósticas, sufíes, herméticas (del Antiguo Egipto), yóguicas o cabalísticas, buscando una síntesis entre lo político y lo espiritual. (Y esta búsqueda obsesiva por la síntesis incluye el extraño color de su bandera: púrpura, “síntesis de los colores rojo (el calor, el fuego, el sol) y el azul (el frío, el hielo, la luna)”.

“Uno de los aspectos más interesantes del Nacional-Anarquismo reside en el hecho de que puede reunir a gente de ideas muy distintas. Uno puede ser un anarcosocialista, un anarcoindividualista, un regionalista, un autonomista, un ecologista radical, un pagano, un ateo, un agnóstico o cualquier otra cosa, siempre y cuando reconozca las ideas centrales del Nacional-Anarquismo: la oposición a la jerarquía, la oposición a los Estados y a la autoridad, la oposición al Nuevo Orden Mundial, la oposición al SúperEstado mundial (ya sea oficial o de facto) y la creencia en un mundo formado por pequeñas comunidades relativamente independientes, cada una conduciendo sus propios asuntos desde sus particularidades”, continúa el citado panfleto “17 cuestiones”, del nacional-anarquismo francés… “El Nacional-Anarquismo no desea imponer un sistema o una organización a ninguna sociedad, sino proponer un modo de vida alternativo a partir de unos principios distintos”.

Con todo, el blog Bay Area National Anarchists de Estados Unidos incluye propaganda contra la amnistía a los inmigrantes ilegales y lamenta la muerte de Rózsa Flores, un “campeón de la libertad”, quien “trataba de formar una milicia contra los abusos del gobierno boliviano contra los ciudadanos de Santa Cruz”.

Ecofascismo y colapso civilizatorio

Entre los referentes del nacional-anarquismo está Ernst Jünger –un filósofo nacionalista radical alemán que coqueteó con el nazismo junto con el grupo Revolución Conservadora, aunque más tarde se diferenció de Hitler–, el neofascista italiano Julius Evola –cultor del ocultismo y esoterismo- o el nazi “de izquierda” Otto Maximilian Strasser, además del eco-fascismo o “fascismo verde”. “No hay que olvidar que el nazismo extrae una buena parte de sus fuerzas y de sus ideas del naturalismo integrista –sostiene Philippe Pelletier en ‘El problema del ecofascismo’–. En Alemania, el ultranacionalismo y su derivación antisemita se han combinado con una mística de la naturaleza. El célebre nacionalista Ernst Moritz Arndt (1769-1860) es además un ferviente defensor de los bosques. Wilhelm Heinrich Riehl, su discípulo, hace un llamamiento por ‘los derechos de la naturaleza salvaje’ (1853). El escritor Ludwig Klages (1872-1956), que denunció la extinción de las especies, la deforestación, la liquidación de pueblos aborígenes, la alienación creciente de los hombres respecto a la naturaleza, el utilitarismo económico y el nefasto papel del cristianismo, y todo ello en 1913, es un ultraconservador y un antisemita venenoso”. Y el mismo autor sostiene que “una buena parte de los dirigentes y teóricos nazis, que frecuentemente son vegetarianos convencidos y amantes de los animales (Hitler, Himmler, Hess) cultiva un naturalismo integrista, que se puede considerar a posteriori como ecofascismo histórico. Preconizan una mística de la naturaleza, la defensa del terruño, de lo salvaje, la denuncia de las Luces, de la razón, del materialismo y del progreso. Constituyen eso que el historiador Peter Staudenmaier llama ‘el ala verde del partido nazi’”.

Ante el colapso más o menos cercano –predicanan los nacional-anarquistas–, es mejor estar preparado, tanto para sobrevivir en una sociedad en decadencia como para construir la nueva utopía reaccionaria, a la que no podía faltarle su hombre nuevo.

Así, la preparación física y los entrenamientos de supervivencia forman parte del manual de estos grupos. “Este país cuenta con miles de centros deportivos, asociaciones de atletismo y gimnasios, y no hay ninguna razón por la que los nacional-anarquistas no puedan utilizar esos lugares para mejorar físicamente –explica Southgate. Mientras que las masas se sientan frente a sus pantallas de televisión, y se llenan la boca y eructan intermitentemente entre bocados de kebab rancio, nosotros debemos encarnar la edad del Guerrero y el Hombre Nuevo. Si no sois aptos, debéis hacer algo al respecto: dejar de fumar, disminuir el consumo excesivo de alcohol, comer alimentos saludables; unirse a otros nacional-anarquistas en los camping o excursiones los fines de semana y, lo más importante, mantenerse activo. Estar saludable en cuerpo, por supuesto, es estar saludables en mente”. De la misma forma, convoca entusiastamente a prepararse para el colapso civilizatorio –y sobrevivir al derrumbe, violencia urbana incluida– mediante la preparación en técnicas de defensa personal y artes marciales (kung-fu, judo o kick-boxing).

Como la vieja subcultura de los Skinheads “White Power” y su movimiento Sangre y Honor, los seguidores de Southgate también se organizan en gran medida a través de la música. Southgate canta (o declama, muchos de sus discos son hablados más que cantados) en una lista extensa de grupos, desde H.E.R.R en Holanda a bandas en Alemania, Suecia o Polonia. Adicionalmente, existe una red de discográficas como Cold Spring (que se descibe como la discográfica premium de la música industrial, ambiental dark, neo folklórica, “noise” y neoclásica) e Invisible Eye que, aunque no tienen vínculos explícitos con el anarquismo nacional o las ideas neoracistas, disfrutan de una indisputada afinidad cultural y sirven como nexo para contactos de los grupos nacional-anarquistas y la difusión de sus ideas, por momentos más cercanas a una subcultura que a una ideología propiamente dicha, lo que ellos mismos niegan ser.

Los nacional-anarquistas son un claro producto de la globalización, se organizan por Internet y constituyen una subcultura global.. paradójicamente, pese a su búsqueda de las auténticas culturas nacional-populares –y de las tradiciones aún no profanadas por el capitalismo global– en cada lugar, usan las mismas ropas y comparten estilos a lo largo y ancho de Europa.

A la luz del culto al separatismo étnico de los nacional-anarquistas, adquiere cierta coherencia el apoyo de Rózsa a la Székely Legio, que busca que esta etnia de habla húngara proveniente del siglo VIII y en la actualidad residente en la Transilvania rumana vuelva a ser parte de la Gran Hungría… y al fin y al cabo que se entusiasmara con la aventura de venir a liberar a una mucho menos “milenaria” nación camba oprimida por el Estado andino en la vereda de enfrente del mundo. Y hasta sus pasionales combates con los croatas primero y con el Islam radical después, se “explican”, en parte, por este culto patológico a los separatismos raciales… No cabe duda que el anarquismo nacional es una tendencia marginal. Pero es posible que Rózsa haya encontrado allí cierta racionalidad para sus pulsiones aventureras y su necesidad de encontrar nuevas causas para liberarlas.

sábado, 3 de diciembre de 2011

POR FAVOR, QUE ALGUIEN ME LO EXPLIQUE

Extraído del blog de CNT-Toledo




Meses de “No, que no, que no nos representan”, “PPSOE”, “PSOE, PP la misma mierda es” y caceroladas en la toma de posesión de la Cospe y nos encontramos en este cartel, bien juntitos y colaborando, los logos del 15-M y de la Junta de Castilla-La Mancha y el Ayuntamiento de Toledo, entidades gobernadas por esos mismos partidos políticos, y culpables en gran parte de la degradación constante de nuestras vidas. Pues eso, que alguien me lo explique, que uno es muy corto.

Fdo: Sapos y culebras

viernes, 2 de diciembre de 2011

Escuela Moderna de Valladolid. Por la verdad y la vida.

Por Federico Forcada
Tierra y Libertad
del
2/08/1911
Extraído de Memoria libertaria

Hace poco más de un año que se ha fundado la escuela moderna de Valladolid. Relatar de una vez las vicisitudes económicas y aun de índole ética porque atravesó su fundación, representaría un enorme esfuerzo del intelecto y supondría una gran dosis de paciencia sintética del que no soy capaz, para estampar en cuartillas contadas el cúmulo de sinsabores y zozobras pasadas, y la suerte de obstáculos, como ha habido que vencer, para establecer en esta vieja e hipócrita urbe un centro de educación libre, odiado por muchos, despreciado por más.




Haremos algo de retrospectiva historia. Los compañeros y los hombres conscientes, cuantos por la cultura luchan y por la educación se preocupan, deducirán observaciones y hechos sobre la efectividad progresiva de la democracia castellana, y sobre el papel que están llamados a representar en la educación del proletariado, todos los sedicientes e inviolables redentores de los partidos de la política avanzada vallisoletana; para quienes el combate incesante contra el error y la rutina, la generosa labor que dignifica y ennoblece las almas, el horror a una vida de sacrificio altruista, magnánima, enfrente de la traición o el bochorno, les obliga a buscar la dulce cama en el sopor congestivo de de la inanidad, que les produce su apatía y su desprecio, su indolencia y su estoicismo, por los grandes ideales de la libertad y la cultura humana.

Bien sé yo los disgustos que el hablar alto me va a acarrear. Pero juzgo a la resignación como patrimonio de las almas muertas, y considero como galardón sufrir todas las consecuencias por buscar la verdad, antes que no atreverme por miedo a refutar injusticias y a combatir la maldad. Soy de los que desciendo, parodiando a Prat, a las profundidades del mar a buscar la concha perlera del idealismo, primero que dejarme llevar por el oleaje del vivir convencionalista a caer inerte y abyecto sobre la amarillenta playa de la pasividad e inacción cobardes.

Catorce meses van pasados desde que un grupo de obreros viene trabajando por el desarrollo y prosperidad de esta escuela.

Tenaces, venciendo obstáculos, cobardías, desconfianzas repugnantes de la chusma degradada, este puñado de bravos luchadores hicieron una intensa labor de propaganda en los talleres de los ferrocarriles del Norte, establecidos en ésta, que dió por resultado la formación de un núcleo de socios protectores, cuyo número no paso de 200 ( a pesar de contarse unos tres millares de obreros), y que ha descendido a poco mas de 100, por campañas miserables e insidiosas de los malvados y de los hipócritas de la más baja laya, que por aquí medran y abundan.

En este espacio de tiempo se recaudó por donativos voluntarios entre diferentes personas la suma de 1237 pesetas. Cantidad exígua donde se dice existen fuertes núcleos democráticos, y donde los casinos republicanos explotan con impudicia a inmoralidad del juego que les produce pingües rendimientos.

Las cuotas de los socios protectores, ascendían en catorce meses, a 1.863´80 pesetas que desmiente también el espíritu progresivo y emancipador de Valladolid, y que da un mentís a cuantos juzguen que la meseta castellana no constituye un lastre en el progreso cultural de España.

En nueve meses de la apertura de la escuela han asistido, por término medio mensuales a cincuenta y seis alumnos de ambos sexos, que pueden calificarse de buenos pagadores, cuyas cuotas ascienden a 1.514 pesetas en dicho espacio de tiempo. Como en esta abundan y sientan sus reales sedentarios los gitanos, los chalanes de oficio, en la escuela hemos tenido la desgracia de que hubiera padres tan desaprensivos y tan vivos, que se alzaron con las cuotas de veinte alumnos (algunos debiendo dos mensualidades), produciéndonos sensibles brechas económicas y estafando innoblemente el producto de mi trabajo y el de mi compañera, harto amargado de suyo por las condiciones de inmoralidad de algunos de nuestros discípulos.

Las únicas sociedades obreras que contribuyen al sostenimiento de nuestra institución escolar, son el Ateneo obrero sindicalista, “La Cosmopolita” y un grupo de librepensadores, “La Conciencia Libre” cuyos donativos oscilan entre 5 y 7,50 pesetas mensuales, han producido 62,50 en los cuatro o cinco meses que se vienen puntualmente recaudando, y que están ya adicionados a su partida correspondiente.

En resumen: todos estos ingresos arrojan como total, en este periodo de catorce meses, la cantidad de 4.614´80 pesetas efectivas. Analicemos los gastos de La primera partida se refiere al alquiler del local. Sobre este asunto anduvimos de cabeza al implantar la escuela. Aquí, donde se han regalado casa y aun palacios para conventos de frailes y de monjas; donde se derrochan en el juego miles de duros, y donde se gastan miles de pesetas en un mitin republicano o carlista (que lo mismo da si los charlatanes son afamados), estuvimos a punto de quedarnos en la calle, porque nadie quería arrendarnos uno, por tratarse de una de esas escuelas anarquistas de Ferrer en donde fabricaban bombas (?). Hubo quien a los ocho días nos devolvió trémulo y convulso el dinero, hasta que al fin caímos en el de la propiedad de un republicano de dos…

Este señor, serio muy serio; formal, muy formal, nos lo arrendó por el término de un año en la suma de 1.200 pesetas, pagaderas por mensualidades adelantadas, cien pesetas de fianza metálica y tres firmas que garantizasen el cumplimiento del compromiso. Además, en prueba de la satisfacción que le producía ser útil a la causa republicana y al ideal del progreso que siempre avanza, nos impuso como condición, la de que nosotros avanzáramos 300 pesetas anuales en la renta, hasta pagar por un local, que no se arrendo en años, el importe del gran diamante turco. O algo así de por el estilo de valor inconmensurable.

Pero dejando atrás detalles que irán saliendo despacio, la partida de lo pagado a dicho excelente correligionario, ha sido la de 1.000 pesetas contantes y sonantes en buena moneda de ley.

El material escolar que al principio se adquirió, vale 2.752 pesetas, que ha habido que pagar a plazos, conforme a las cláusulas estipuladas en contratos legales. Hay además mobiliario y material en otra partida de 425 pesetas, que debo pagar yo de mis modestos honorarios de 188 pesetas y céntimos mensuales, por evitar a la sociedad y a la escuela el sonrojo de que se los lleven por falta de cumplimiento en el pago.

Los gastos generales (local nuevo, luz, mecheros, limpieza, arreglo del local, etc…) importan 376,45 pesetas en los catorce meses.Y la partida de mis honorarios y los de mi compañera suman 2532´60 pesetas, adeudándoseme aun más de quinientas a que ascienden las diferencias de sueldo entre lo percibido por ambos en nueve meses, y las doscientas cincuenta que en realidad deberíamos percibir y cobrar.

Suman, pues los gastos líquidos 6.661´05 pesetas, que deducida la adición de los ingresos arroja en déficit natural, sin incluir la partida de deudas de 2.046´25 pesetas: vergonzoso en un pueblo titulado liberal y demócrata, republicano, etc… Que se batió in illo tempore, en las barricadas, por la libertad y el progreso, y que derrocha en vino, en juego y en prostitutas, estipendios considerables que debieran emplearse, ya no en instrucción, sino hasta en la higiene de sus calles vetustas y antiestéticas.

Para conjurar esta situación y cumplir lo pactado con cuantos nos facilitaron material de enseñanza y escolar: D. Mariano Fernández Cubas, abogado y diputado provincial republicano; D. José Garrote Tébar, médico y futuro acaudalado propietario; D. Félix Domingo Calvo, médico también, todos de posición desahogada y cómoda, de republicanismo ardiente, proporcionaron a la sociedad varios anticipos reembolsables ( a más del importe que primero dieran), para pasar lo que faltaba, sacrificando su peculio respectivo en la suma de 682´07 pesetas que importa la tercera parte del déficit trascrito.

La masa estúpida de los indiferentes, los múltiples y astrosos miserables, los pordioseros que nos regatean su auxilio, y los sinvergüenzas que entorpecen la marcha económica de esta escuela con sus pufos indignos y después con su baba virulenta, ¡qué saben ellos de abnegación, ni qué entienden, de sacrificios enlodados por las prácticas de la vida estulta y egoísta!

Quisiera verlos en el puesto nuestro, blanco de todas las injurias, objeto de de todas las maledicencias, acosados como felinos de la selva, con el desprecio de los estetas y con las ironías de la chusma ineducada y grosera, para ver si flaqueaban y sentían ese intimo goce que sólo experimentamos los que estamos poseídos de una convicción arraigada, y colocamos por encima de las miserias de su vivir de sapos, los inefables placeres que el ideal proporciona.

Ya van hoy bastantes elementos de juicio para que se comprenda. Ya proporcionaré más detalles para que se conozca la estulticia de un pueblo, y el egoísmo y la avaricia de la clase privilegiada que a su disposición tiene el capital y la propiedad, y que, sin embargo, no disponen ni aún del amor de una ramera, porque antes no supieron merecer otro más levantado.

Federico Forcada, Valladolid.

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